¿Y cuál es su voto?

 


«El voto de opinión se expresa de forma libre, consciente e informada, y representa el deber ser de la democracia».


El 29 de julio cerraron las inscripciones en la Registraduría para candidaturas y programas de gobierno de los que aspiran a ser gobernadores y alcaldes, proceso en el que se fundamenta el voto programático. Si bien esto supone un voto racional, la realidad es otra, porque muy pocos son los que leen los programas de gobierno y porque casi siempre el sufragio tiene que ver con un comportamiento subjetivo. De ahí que sea usual que el elector termine inclinándose por la imagen que tiene del candidato o del movimiento político que lo avale, por ofrecimientos y conveniencias individuales o de grupo, por lo que dicen las encuestas, por los comentarios de algunos dirigentes, periodistas y opinadores, y hasta por quién sintoniza mejor con la idea que tenemos de nosotros mismos.

 Entonces, parodiando el nombre del programa de televisión que dirigió Jaime Garzón en los noventa para satirizar a los personajes de la política y del gobierno nacional, en nuestra zoociedad hay varias categorías de votantes, la mayoría en esquinas opuestas al voto programático o racional. Por un lado, está el voto hooligan, ese que Esther Peñas en su artículo La mitología electoral (Ethic, 19-07-2023) lo señala como el que deposita «aquel ciudadano que vota a un partido suceda lo que suceda, al margen de sus aciertos, sus promesas, sus resultados». Es un sufragio apasionado, emocional, que se da por afectos y convicciones con un determinado partido o ideología, pero con escasa o nula apertura para tantear otras opciones políticas. Aquí están los que dicen ser de izquierda o de derecha, y punto. Ellos van hasta el final sin reconocer virtud alguna en sus contrarios.

También está el voto amarrado, el de la clientela, término que hace referencia al conjunto de personas que se someten al amparo o protección (dominación) de otra a cambio de algún beneficio. En la práctica es un intercambio extraoficial de favores entre unos que manejan los cargos públicos y ciudadanos a cambio de apoyo electoral, donde el aparato administrativo del Estado (municipio y departamento) es utilizado para obtener beneficios mientras se aprovechan (explotan) de personas que esperan alguna retribución, ya sea en dinero, puestos o contratos. Es una maquinaria política que compra voluntades y favores en las urnas sin escrúpulo alguno con el fin de alcanzar o conservar el poder.

Asimismo, existe el voto de ocasión, que se hace por amiguismo, pues un apoyo sin convicción no se le niega a nadie. Y también está el voto indignado, que tiene que ver con aquellos van a las urnas con el propósito de rechazar la corrupción y las prácticas clientelistas de los politicastros, palabra que la RAE define como «político hábil, rastrero, mal intencionado, que actúa con fines y medios turbios». Entonces, por descarte ante la falta de preferencias políticas, van en contra de las maquinarias bajo el supuesto de que cualquier opción será mejor que los candidatos que estas apoyan.

Además, está el voto de opinión, el que se expresa de forma libre, consciente e informada, y que representa el deber ser de la democracia. Sin embargo, no es fácil cuantificar el porcentaje de ciudadanos que emiten un juicio de valor sobre los programas de gobierno de los candidatos para luego tomar una decisión racional y coherente. Este actuar requiere de cierto nivel de conocimiento y cultura cívica.

 

«El voto en blanco representa un repudio total a las opciones que se tienen y le permite al ciudadano expresar de forma positiva, clara y contundente su desacuerdo con los aspirantes en contienda, al tiempo que le concede la oportunidad de ejercer su derecho a votar».

 

Por último, se cuenta con el menospreciado voto en blanco que representa un repudio total a las opciones que se tienen y que le permite al ciudadano expresar de forma positiva, clara y contundente su desacuerdo con los aspirantes en contienda, al tiempo que le concede la oportunidad de ejercer su derecho a votar. La Corte Constitucional le dio valor al voto en blanco al determinar que cuando éste obtiene la mayoría absoluta de sufragios en una elección para elegir gobernadores y alcaldes, es decir el 50% más uno de los votos válidos, y no la mayoría simple, habrá nuevas elecciones, por una sola vez, con candidatos diferentes, lo que aquilata la expresión de la voluntad mayoritaria absoluta de los votantes en una elección. Desafortunadamente esta alternativa ha gozado de poca pedagogía porque los partidos políticos temen que una ciudadanía informada se empodere de esta opción para manifestar su descontento en las urnas.

Sólo me falta hacer referencia al abstencionismo, que según la RAE es la «actitud o práctica consistente en no ejercer el derecho a participar en determinadas decisiones, especialmente en un proceso electoral». Esta práctica se expresa de dos formas: la abstención pasiva provocada por la falta de interés en la política en general o en una elección en particular; y la abstención activa definida como un acto de rechazo a la legitimidad del sistema político o de los candidatos. En ambos casos, hay una postura de no hacer, mientras que el que vota tiene una postura que se compara con el hacer, sobre esto Alex Grijelmo escribe en Abstenciones o abstinentes (El País, 26-09-2015) lo siguiente: «la abstención en una niebla, y en la niebla todo se confunde. […] Sólo el voto avanza con luz propia en la niebla. Perderemos, claro, muchos de sus matices. Pero la papeleta se anotará en la casilla deseada por cada elector y con las palabras que él haya escogido».

En medio de este caleidoscopio de la democracia, deberíamos ser consciente si somos abstencionistas o si el nuestro es un voto hooligan o pasional, amarrado o de opinión, de ocasión o de indignación, o es un voto en blanco. De todas las opciones, la abstención y el sufragio amarrado le hacen un daño enorme a la democracia y a la sociedad, sin olvidar que este último refleja la incapacidad de los politicastros de conquistar al ciudadano con programas y propuestas de bienestar y desarrollo social.

 

Armando Rodríguez Jaramillo

arjquindio@gmail.com   /   Twitter: @ArmandoQuindio   /    www.quindiopolis.co

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2 Comentarios

  1. LA TIENE CLARA SEÑOR ARMANDO. CUÁL ES SU VOTO?? FALTO EL VOTO DEL OPORTUNISTA O POR CONVENIENCIA.

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    1. Si, tiene razón, esas son otras expresiones al momento de votar y que hacen mucho daño a la democracia y a nuestra región. Gracias por su comentario.

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