Política, candidaturas y falacias


 

«Algunos políticos dicen muchas cosas, por demás elocuentes, sin comprometerse con nada».

  

El amplio número de candidatos inscritos para estas elecciones territoriales nos lleva a pensar que hay de todo como en botica, expresión que, según María Moliner en su Diccionario del uso del español (2da edición Gredos, 1998), significa «haber una gran variedad de personas o cosas en un lugar, no faltar nada», frase que se refiere a que, en las boticas de los boticarios, hoy llamadas farmacias, era donde había de todo lo que el enfermo necesitaba para curarse.

De ahí que esta abundancia de candidatos augure tal variedad de propuestas y programas, que habrá que tener sabiduría al momento de elegir la mejor fórmula para sanar los males que aquejan a esta sociedad y proyectar su futuro. Sin embargo, es apenas obvio que a algunos apenas se les conoce y otros representan candidaturas recicladas, a unos los mueve el civismo y otros son el producto de maquinarias clientelistas. En fin, como en toda elección, se presentan buenos candidatos que no necesariamente serían buenos gobernantes y también malos candidatos que podrían ser buenos mandatarios.

En tan complicado trance, a los electores nos corresponde identificar y seleccionar la mejor opción para votar por ella, y en caso que ninguna satisfaga nuestras expectativas, nos queda la posibilidad del voto en blanco, el cual, si obtiene la mayoría absoluta de sufragios en una elección para elegir gobernadores y alcaldes, es decir el 50% más uno de los votos válidos, y no la mayoría simple, habrá nuevas elecciones, por una sola vez, con candidatos diferentes, lo que aquilata la expresión de la voluntad mayoritaria absoluta de los votantes en una elección.


 

«Como en toda elección, se presentan buenos candidatos que no necesariamente serían buenos gobernantes y también malos candidatos que podrían ser buenos mandatarios».


No obstante, al ver tal eclosión de candidatos, recuerdo a Gabriel Antonio Goyeneche (1886 – 1978) identificado como el candidato vitalicio por haber aspirado a la presidencia en varias ocasiones entre 1958 y 1974. Al doctor Goyeneche, como se le conocía, le atribuyen cerca de 4.000 singulares propuestas de campaña entre las que estaban la de pavimentar el río Magdalena, techar a Bogotá para protegerla de las lluvias y convertir la chicha en champaña.

Javier Forero, en el artículo El candidato presidencial que prometió ponerle techo a Bogotá (El Tiempo, 24-01-2023), escribió lo siguiente sobre una novedosa propuesta del personaje de marras para acabar con la pobreza: «Para hacer un rico cada día en cada cuadra, a diario se escogerá un individuo pobre que habite en una manzana de la ciudad. Los demás habitantes, sean quienes fueren, le darán al seleccionado un peso. Así el desdichado compatriota saldrá de sus necesidades inmediatas. Al día siguiente otro será el favorecido con el peso general y con el tiempo todos seremos ricos por igual».

Con esto no pretendo decir que hayan Goyeneches aspirando a cargos de elección popular, solo quiero señalar que en los más de un millar de municipios y en los 32 departamentos del país del «Sagrado Corazón de Jesús» hay candidatos para todos los gustos, desde pintorescos y politiqueros, hasta coherentes y aplomados. Pero como la política no es un lugar reservado a ciudadanos incólumes, ni es non sancta por naturaleza, es habitual que algunos políticos echen mano de falacias para esquivar compromisos, entendiendo por falacia razonamientos erróneos que tienen apariencia de solidez. Son afirmaciones sin fundamento que a menudo se entregan con tal convicción que las hace parecer como si fueran hechos probados.


Leer artículo: ¿Cuál es su voto?


Al respecto, la BBC News Mundo publicó el pasado 7 de mayo el artículo 3 falacias que te puedenengañar (y cómo evitar caer en la trampa), donde se recoge la falacia del discurso del whisky que debe su nombre a una histórica disertación pronunciada en 1952 por Noah S. Sweat, un joven legislador de Mississippi, EE. UU., que más tarde fue juez y profesor universitario. Por aquellos años, los legisladores habían estado debatiendo si finalmente se debía levantar la ley seca y de eso habló Sweat para señalar que él no tenía la intención de discutir este controvertido tema, pero que por eso no quería que pensaran que rehuía la controversia: «Por el contrario, tomaré una posición sobre cualquier tema en cualquier momento, independientemente de cuán controvertido sea».

Lo gracioso es que hizo todo lo contrario y de una manera tan magistral que le dio el nombre a esta falacia. En pocas palabras Sweat dijo:

 

«Me han preguntado qué siento respecto al whisky (...): Si por whisky te refieres al brebaje del diablo, el azote del veneno, el monstruo sangriento que contamina la inocencia, destrona la razón, destruye el hogar, crea miseria y pobreza, sí, literalmente toma el pan de la boca de los niños pequeños; si te refieres a la bebida maligna que derroca al hombre y la mujer cristianos del pináculo de la vida recta y llena de gracia al abismo sin fondo de la degradación (...), entonces ciertamente estoy en contra.


Pero si por whisky te refieres al aceite de la conversación, el vino filosófico (...); la bebida que permite a un hombre magnificar su gozo y su felicidad y olvidar, aunque sólo sea por un momento, las grandes tragedias, los dolores y las tristezas de la vida (...), cuya venta vierte en nuestras tesorerías incontables millones de dólares, que se utilizan para cuidar tiernamente a nuestros pequeños niños lisiados (...), entonces ciertamente estoy a favor.


Terminó declarando: Esta es mi posición. No me apartaré de ella. No me comprometeré».

Al leer lo que dijo el legislador Sweat se observa que aclaró algunas cosas, pero no precisamente su posición. Esta táctica común en la política es una falacia que parece apoyar ambos lados de un problema y se utiliza para ocultar la falta de una posición o para esquivar preguntas difíciles. Haciendo uso de este recurso reprochable algunos políticos dicen muchas cosas, por demás elocuentes, sin comprometerse con nada.

 

Armando Rodríguez Jaramillo

arjquindio@gmail.com   /   www.quindiopolis.co

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