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Calle del Chispero, actual calle 21 entre carreras 14 y 15. |
Armando Rodríguez Jaramillo
Los nombres de las calles tienen mucho que decir sobre la
historia, cultura e identidad de una ciudad. ¿Quién no ha escuchado hablar de
El Palo, Junín y Palacé en Medellín o de Caminito, Corrientes y Florida en Buenos
Aires? Y es que los nombres de las vías no son caprichosos pues tienen un carácter
conmemorativo o evocador, han sido elegidos para recordar personalidades, hechos
o momentos importantes para la colectividad.
Por su parte, Armenia también gozó de nombres
tradicionales en algunas de sus calles. Pero, con el paso de los años, tal vez
por la decadencia del civismo y la poca enseñanza de la historia local, además
del desinterés de las autoridades por conservar el patrimonio, se olvidaron
estos nombres que deberían ser como un «manifiesto» sobre nuestros valores
culturales, sociales y políticos a lo largo del tiempo.
En medio de este desapego por lo nuestro, quiero evocar algunas
calles del centro que nos recuerdan la Armenia que se fue, y cuyos nombres vi en
algunos textos de historia y escuché en conversaciones con mis mayores y en reuniones
con integrantes de la Academia de Historia del Quindío durante los años que
pertenecí a esta Corporación. Así que espero no cometer imprecisiones ni que la
memoria me falle.
Quiero iniciar este recorrido por el corazón de Armenia,
la plaza de Bolívar o del Libertador como inicialmente se llamó. La carrera 14
hacia el norte, desde la calle 20 hasta el parque de Sucre, era la Calle Real, designación
que se daba a las calles principales de los poblados en honor al rey, costumbre
española que se extendió por estas tierras. Hoy, para muchos, simplemente es la
peatonal de la 14.
La carrera 13, de la plaza de Bolívar hasta el parque de
Sucre, tuvo varios nombres. El más recordado es la calle de Encima; pero
también se conoció como la calle de La Amargura en razón a que era la ruta
obligada de las celebraciones de Semana Santa, en especial de la tradicional procesión
de la Soledad. En sentido contrario, de la Catedral de la Inmaculada Concepción
hacia el parque Uribe Uribe, la 13 fue la calle de Sevilla o la de Abajo, vía
que comunicaba con el puente de Don Nicolás y la salida para Calarcá.
La calle 21, partiendo de la plaza de Bolívar hacia el
occidente, entre carreras 14 y 18, se denominaba la calle del Chispero. Hay dos
versiones sobre el origen del nombre: unos dicen que fue bautizada así porque
las herraduras de los caballos sacaban chispas en el empedrado de la falda que
hay entre las carreras 14 y 15 para llegar a la esquina donde hoy está la DIAN,
otros aseguran que el nombre se debió a las ventas de fritanga sobre hornillas
de carbón de leña que había en la 21, de los cuales salían chispas para todas
partes cada que los venteros avivaban el fuego con sus chinas. También se
conoció como la Calle del Comercio por los reconocidos almacenes que había.
La calle 19, entre carreras 13 y 15, se conoció como Las Águilas. Pero, a la cuadra entre las carreras 13 y 12, luego de su pavimentación en los años treinta, se le llamó la Falda de las Arrugas porque sobre su superficie se hicieron rayas o estrías horizontales para facilitar un mejor agarre de las llantas de los carros, labrado que aún resiste a pesar de los años.
Ver: Armenia y sus avenidas con historia
La carrera 17, entre la antigua Plaza de Ferias —que
luego albergó a las Galerías Centrales y que posterior al terremoto de 1999 se
convirtió en el CAM— y la calle 19, fue llamada Arranca Plumas. La calle
24, entre carreras 15 y 18, se llamó La Pola. Y la calle 14, entre carreras 14
y 15, la Falda del Mocho, en alusión Antonio Jaramillo Hoyos, personaje al que
le faltaba una pierna y que oficiaba de comisionista montado en un caballo
blanco que tenía tatuados sobre su piel letreros de compraventa de inmuebles.
Sobre la mencionada falda estaba la pesebrera de su equino.
Por su parte, la calle 18, entre carreras 17 y 18, se
llamó Trompiliso, cuadra donde estaban las meretrices del centro. Y la carrera
18, entre las calles 21 y 27, donde se hallan los puentes de la 26, se llamó La
Cejita porque fue construida sobre una angosta ceja de terreno que comunicaba
con la Estación Armenia. Sin embargo, a Alfonso López Reina le escuché decir que
este nombre se debía a que allí hubo unos corrales operados por arrieros venidos
de La Ceja [Antioquia] que prestaban servicios de transporte de mercancías que llegaban
en tren.
En el entorno del parque de Sucre, la calle 13 entre
carreras 14 y 17, donde existió una zona de tolerancia, recibió el nombre de
calle de Junín. Y sobre esa misma calle, pero a partir de la carrera 13 al
oriente, se llamó la calle del Zacatín pues la Industria de Licores de Caldas
destilaba ron y aguardiente donde hoy funciona una institución educativa. Hacia
el norte, por la carrera 14, comenzaba la calle de Anaime en el sector conocido
como Bogotacito que llegaba donde estuvieron los tanques del acueducto y el
Palacio Episcopal, hoy universidad La Gran Colombia. Más al norte tomaba el
nombre de calle de Corocito hasta el puente de la segunda donde había un alto
del mismo nombre.
Para finalizar este recorrido incompleto por las calles
de la ciudad, quiero hacer referencia a la carrera 19 o avenida Guillermo León
Valencia, nombrada así en recuerdo del presidente que posesionó al primer
gobernador del Quindío, vía que también se conoció como avenida 19 de Enero
porque ese día de 1966 el congreso de la República aprobó la ley que creo el
departamento. Finalmente, cómo no
mencionar a la calle del Puñal, que era la 25 entre carreras 18 y 19, y de la
que no me imagino la razón de aquella denominación.
Hoy, que hablamos de rescatar ese espíritu cívico que
alguna vez nos caracterizó, propongo que la alcaldía de Armenia junto con
entidades como la SMP de Armenia y la Academia de Historia del Quindío inicien
un proyecto de recuperación de los nombres de las calles de Armenia y así recobrar
parte de la memoria de la ciudad, labor que serviría a su vez para actualizar
la nomenclatura urbana con las denominaciones originales de sus calles. Proyectos
sencillos como este contribuirían a crear sentido de pertenencia y a fortalecer
la identidad de los armenios.
Correo:
arjquindio@gmail.com / X:
@ArmandoQuindio / Blog: www.quindiopolis.co
2 Comentarios
De acuerdo con su llamado, aunque creo que adolece de lo justamente genera la pérdida del alma de las ciudades. Al día de hoy, son muchos más los grupos poblacionales que empezaron a habitar, y siguen habitando, grandes espacios de la ciudad. Normalmente, grupos más vulnerables social y económicamente, extendidos a lo largo y ancho de nuestra topografía. Ellos también tienen una rica y "chispuda" historia.
ResponderEliminarGracias por su lectura y también por su opinión.
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