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Foto de los años setenta de la Avenida 19 con calle 26, donde hoy está el complejo vial de La Cejita (puentes de la 26). |
Armando Rodríguez Jaramillo
Luego
de escribir el artículo Armenia y sus calles con historia [Quindiópolis,
4/03/2025], quiero referirme a algunos nombres de avenidas de la ciudad que van
quedando olvidadas en la memoria colectiva. Empezaré por la carrera 18,
una de las principales vías sobre la que el recordado John Jaramillo Ramírez,
escribió: «La principal vía de acceso por el sur siempre fue la carrera de 18,
en 1921 el consejo por medio de acuerdo 24 del 29 de mayo le dio el nombre de
avenida Los Fundadores, pero 6 años después y por el acuerdo 15 de marzo de
1927 le cambió el nombre por el de avenida [Alfredo] Vásquez Cobo», general y
político caleño gerente del Ferrocarril del Pacífico cuando el tren llegó a
Armenia en 1927.
Otra
arteria importante es la carrera 19, nombrada avenida Balboa por el
concejo municipal con motivo de la llegada del tren y la construcción de la
Estación Armenia. Luego su nombre cambió por avenida Guillermo León Valencia
para honrar al presidente que sancionó la Ley 2 del 7 de febrero de 1966 que
crea el departamento del Quindío. Esta vía atraviesa la ciudad de sur a norte a
sur, desde la glorieta de Tres Esquinas hasta la Vásquez Cobo donde está «La 70»,
locomotora a vapor que en los años treinta llegó a la ciudad y que algunos la
llaman «la máquina».
Hacia
el sur, partiendo de Tres Esquinas, en dirección a Jardines de Armenia, está la
avenida Vicente Giraldo Gutiérrez [1895-1956] en homenaje un importante
industrial de la región conocido con el acrónimo de Vigig que tuvo productos
como el «Caspidosan VIGIG» —medicamento para la caspa— y «Afeitol» —crema para
ablandar la barba—; además de fábrica de aceites, velas de parafina, los
jabones «La Campana» y «Lavadora» y la Fundición VIGIG que fabricó arietes,
trapiches, despulpadoras y picapastos; así como el almacén «Vigig El buen
gusto».
Otra
vía que también comunicaba con la Estación Armenia era la avenida Montenegro
que corresponde a la carrera 19ª y la calle 30, y de allí hasta la salida para
Montenegro, vía que en los años treinta del siglo pasado fue la avenida Eduardo
Santos.
Por
su parte, la avenida Simón Bolívar, amplia calzada de cuatro carriles con
antejardines que se remonta al inicio de los años cincuenta cuando se construyó
la planta de tratamiento de agua potable del acueducto, y que jalonó hacia el
norte el crecimiento urbano. Algo similar sucedió con la avenida Centenario
al nororiente, entre María Cristina y la intersección con la carretera de Chagualá,
cuyo nombre obedece a que fue construida por la Nación con motivo del
centenario de Armenia en 1989.
Un
poco más hacia el occidente se encuentra la avenida 14 de Octubre, que
rememora la fundación de Armenia. Esta avenida sigue la carrera 23 entre la
glorieta de Bomberos, en la avenida Guillermo León Valencia, hasta la glorieta
de Comfenalco cerca al parque El Bosque. Usualmente los conductores de taxis la
llaman avenida de los «Camellos» porque se construyó durante la alcaldía de
Mario Londoño Arcila, a quien apodaban «Camello», que en un acto político puso
una estatua de este mamífero en la glorieta de Bomberos y pequeñas figuras de
estos en la parte superior de los postes del alumbrado público de la mencionada
vía. Más hacia el centro, está la avenida de las Américas —calle 21—
entre las carreras 19 y 34. Su nombre se dio en honor a los países del
continente lo que motivó que en los años setenta y ochenta se ubicaran en su
separador algunos bustos de próceres de la independencia americana.
Por
último, quiero referirme a dos hechos curiosos. El primero, tiene que ver con
que en los años ochenta arribaron a la ciudad supuestos emisarios de la
república del Líbano prometiendo dineros para la construcción de una doble
calzada para empatar la carrera 11 con la calle 26 hacia la Cejita, vía que por
ese entonces se llamó avenida del Líbano. El tiempo pasó y la promesa se
desvaneció, hecho que me recordó El embajador de la India [1986],
película nacional que narra la historia real de un astuto colombiano que llega
a un pueblo haciéndose pasar por el embajador de la India, engañando a sus
inocentes habitantes. Pasada esta pintoresca situación, recibió el nombre oficial
de avenida Ancízar López López en honor al primer gobernador del
Quindío.
El
segundo, corresponde a la avenida del Río, proyecto del que se habla
hace un tiempo y que tiene que ver con la prolongación de la avenida Centenario
desde el sector de María Cristina hacia el parque La Secreta para empatar, al
sur, con la avenida Vicente Giraldo Gutiérrez. Sin embargo, hace poco a un
gobernador se le ocurrió la idea peregrina de cambiar su nombre por avenida Los
Guayacanes. Sobre esto pienso que valdría la pena conservar el primer nombre,
no solo porque es una hermosa denominación, sino porque guarda estrecha
relación paisajística con nuestro río tutelar y con el parque La Secreta que estaría
enmarcado, al occidente, por el Mirador de la 18 y, al oriente, por la avenida
del Río.
Este
recorrido general, incompleto por demás, con nombres de avenidas con historia
sirve para decir que odónimo es el nombre propio con el que se designan
calles o vías, y odominia su estudio, el cual se inscribe en el dominio
de la toponimia. Así que esta práctica nos adentra en el origen y la
historia de los nombres de calles y lugares que recuerdan hitos, hechos y
personajes que nos conectan con la ciudad donde vivimos y que forman identidad
y sentido de pertenencia.
Nota:
Agradezco al ingeniero Uriel Orjuela Ospina, amplio conocedor de las vías
urbanas y rurales del departamento, y director del Plan Maestro de Movilidad de
Armenia formulado por la Universidad del Quindío, quien me ayudó con algunas
precisiones.
Correo: arjquindio@gmail.com / X: @ArmandoQuindio / Blog: www.quindiopolis.co
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