¿Qué futuro queremos para el Quindío?

  

«El futuro no se predice, se construye»


Por: Armando Rodríguez Jaramillo.

¿Qué futuro queremos para el Quindío? fue la frase planteada el pasado 10 de junio en la Universidad del Quindío por el profesor Francisco José Mojica Sastoque, experto en prospectiva de la universidad Externado de Colombia, cuando se refirió a los desafíos del desarrollo que enfrentamos. A esta reunión, convocada por el rector Luis Fernando Polanía Obando, asistieron representantes de la gobernación y alcaldía de Armenia, Cámara de Comercio, Comité Intergremial, Comité de Cafeteros, EDEQ, Comfenalco, Proquindío, organizaciones de juventudes y Consejo Territorial de Planeación. Su propósito fue conversar sobre la utilidad de hacer un estudio de prospectiva que nos lleve a consensuar una visión de desarrollo de mediano y largo plazo para el departamento que supere las miradas cortoplacistas de los planes de desarrollo.

Y es que pensar en estudios de futuro no es una utopía, pues muchos departamentos tienen sus propias agendas. Por ejemplo, el vecino, con el que tanto nos comparamos, formuló en 2011 la Visión de Risaralda 2032; por su parte, Antioquia, en la gobernación de Aníbal Gaviria, adoptó la Agenda Antioquia 2040; el Valle del Cauca tiene su Visión a 2032 orientada por el Instituto de Prospectiva, Innovación y Gestión del Conocimiento de la Universidad del Valle, el mismo que guio el Plan Prospectivo y Estratégico de Santiago de Cali 2050; Santander definió su Visión Prospectiva 2019 – 2030; y Córdoba, con el acompañamiento del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe [CAF], recién presentó su Agenda Prospectiva Córdoba 2052 año en el que cumple su primer centenario de creación. Por último, hace poco se hizo el Foro Bicentenario en Manizales donde se habló de una agenda de desarrollo para 2049 cuando la ciudad arribe a sus 200 años de su fundación.

Pero, en nuestro caso, desafortunadamente son pocos los estudios de prospectiva realizados. Que recuerde, se hicieron dos que no se ejecutaron por falta de voluntad política: el «Plan de Desarrollo Agrícola Integrado de la Cuenca del Quindío» formulado en 1987 por la JICA del Japón y la CRQ a 2005 y el «Plan Quindío 2020» realizado por un grupo de ciudadanos al inicio del presente siglo. A parte de estos ejercicios, desde que se promulgó la Ley 152 en 1994 se han formulado nueve planes de desarrollo departamentales y 132 planes municipales, que suman un total 141 planes de desarrollo en los últimos 31 años que poco han aportado a una planificación integral y futurista del territorio, a los que se suman un sin número de planes sectoriales como los de competitividad e innovación, la agenda interna, de aguas, de ordenamiento de cuencas, de CT+i, de emprendimiento, de movilidad, de empleo, de desarrollo agropecuario, etc.

Sin pretender desconocer lo bueno que tenemos, eso que nos hace un territorio atractivo para vivir y visitar, tranquilo y próspero, no podemos ignorar los desafíos que nos plantea este mundo cambiante, así como los niveles de pobreza y desigualdad que padecemos y los desequilibrios económicos, sociales y ambientales que comprometen nuestro futuro. Así que deberíamos preguntarnos si estamos satisfechos con el presente tenemos y, de paso, si somos conscientes de nuestra capacidad como grupo humano de cambiar y pensar en grande este Departamento. No perdamos de vista que el presente es resultado de lo que se hizo o se dejó de hacer, y que lo que hagamos definirá buena parte nuestro futuro. Por consiguiente, así como ahora estamos asumiendo el costo de lo que no se hizo, la cuenta de cobro de lo que no hagamos se endosará a la siguiente generación.

Como el futuro no se predice, se construye. Cada que pensamos en lo que puede pasar navegamos por las aguas de la prospectiva, y cada que nos cuestionamos por lo que podemos hacer, incursionamos en el terreno de la estrategia. Esto es prospectiva estratégica, así de simple.

En consecuencia, disponemos de tres escenarios. Podemos mirar el futuro como una prolongación del presente, es decir, que las cosas sigan como están sin cambios aparentes. O podemos ser resilientes y adaptarnos a los cambios y situaciones que se presenten para que no nos afecten, como quién capotea un vendaval. O podríamos escoger futuros deseados y construir escenarios virtuosos mediante visiones de desarrollo y estrategias de mediano y largo plazo aplicando la prospectiva estratégica, proceso que requiere de mentes abiertas y progresivas.

Finalmente, en la reunión en la Universidad del Quindío se acordó unir voluntades para iniciar un proceso de exploración de futuros deseables y factibles, lo que sin duda es un buen comienzo para pensar en construir mañanas promisorios.


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