Armando Rodríguez Jaramillo
En
buena hora la Universidad del Quindío empezó su proceso de exploración de
futuros con la formulación de su Plan de Desarrollo y Proyecto Educativo
Institucional a 2040, para lo cual realizó la semana pasada un conversatorio
con la participación del rector, ingeniero Luis Fernando Polanía Obando, quien
expuso la visión y expectativas que se tienen con este ejercicio prospectivo en
el contexto de una Uniquindio, en Conexión Territorial.
El
conversatorio contó con la participaron de Francisco José Mojica Sastoque,
investigador en prospectiva de la universidad Externado, quien planteó el marco
teórico del proceso de la siguiente forma: «¿Qué modelo de universidad, para
qué tipo de sociedad?», pregunta provocadora que invita a pensar el rol de la
universidad en la convulsa sociedad actual, para luego esbozar este
planteamiento de Michel Godet: «Cómo queremos que el mundo cambie: ¿Con
nosotros? ¿Sin nosotros? ¿A pesar de nosotros?»
Finalmente, Helmuth Trefftz Gómez, experto en programación y profesor de
EAFIT, reflexionó sobre el impacto de la tecnología y la inteligencia
artificial en la educación.
Al
final del conversatorio se habló de un ejercicio similar para imaginar el
Quindío que queremos para los próximos diez, veinte o treinta años. Y es
que históricamente no hemos sido proclives a pensar en el porvenir del
departamento como si lo han hecho, por ejemplo, Antioquia y Valle del Cauca. Si
bien en nuestro haber sumamos algunas iniciativas como el Plan de Desarrollo
Agrícola Integrado de la cuenca del Quindío formulado en 1987 por la CRQ y la
JICA del Japón y el plan Quindío 2020, estos nunca se ejecutaron.
Creo
que la inestabilidad e incertidumbre de un mundo que se debate entre conflictos
bélicos, guerras comerciales, cambio climático, envejecimiento de la población,
migraciones, replanteamiento del capitalismo, crisis de la democrática,
tecnología e inteligencia artificial nos pone ante la necesidad de idearnos
como sociedad, pues el Quindío no es inmune a esta perplejidad que nos rodea.
De ahí la importancia de echar mano de la prospectiva y dejar de pensar en el futuro como una prolongación del pasado o del presente que tenemos, o como si fuera algo que se pudiera adivinar, predecir o pronosticar. Bien valdría la pena hacer un esfuerzo y explorar futuros posibles, ver cuáles son probables y escoger los deseables. Entonces, adoptaríamos una gobernanza anticipatoria para tomar las decisiones que nos permitan anticipar el futuro deseado, porque, así como el presente es el resultado de las buenas o malas decisiones del pasado, el mañana será el reflejo de las decisiones y acciones del presente. A esto se le conoce como «alfabetización de futuros», que es aprender a leer el mañana para enfrentar los desafíos que se avecinan.
Pero,
como estas habilidades no se adquieren por ósmosis ni llegan por generación
espontánea, se necesitan renovados modelos mentales y nuevas capacidades
institucionales con el fin de entender la prospectiva como una disciplina útil
para el desarrollo y un instrumento para asumir gobernanzas anticipatorias.
Tenemos realidades complejas que demandan pensamientos complejos y organizaciones
ambidiestras que piensen de forma simultánea en las rutinas y urgencias del
presente y en las rupturas de las tendencias existentes.
Los
estudios de futuro son ficciones basadas en métodos creativos e innovadores con
el poder de inspirar y orientar a la sociedad, por lo tanto, se requieren
equipos de visionarios que hagan las veces de «diseñadores» de los
futuros deseados, de constructores de mañanas que desempeñen el rol de «ingenieros»
y de una sociedad que se beneficie de los nuevos escenarios de progreso que
haga el papel de «usuaria». Pero, también de «líderes» que tomen las decisiones que hagan realidad el porvenir anhelado. Es, en definida,
adquirir la capacidad de trabajar en equipo a nivel interinstitucional,
intersectorial e interdisciplinar en la política pública y la planificación
para el desarrollo.
Así
las cosas, como sociedad tenemos dos caminos: seguir haciendo lo que venimos
haciendo o atrevernos a visionar aquellos escenarios donde deseamos estar en
los próximos años. Las dos opciones ofrecen resultados disímiles que podrían
ser objeto de un análisis contrafactual o contrafáctico, lo que abriría la
oportunidad de preguntarnos cómo pudo haber transcurrido la historia si las
cosas hubieran pasado de otro modo o cómo podrá ser el mañana de tomar la
decisión de trabajar por un futuro incluyente, ambientalmente sostenible,
diversificado en su economía, basado en el conocimiento y la innovación, y con
altos estándares de bienestar y prosperidad. Mientras que los historiadores
estudian los senderos que han conducido al presente, los futuristas estudian
los caminos que pueden llevar a futuros deseado.
Finalmente,
la prospectiva y la metáfora del GPS se relacionan. Así como se recurre al GPS
del celular cuando se está en un lugar desconocido introduciendo la información
del sito al que se quiere llegar con el fin de recibir del sistema de
posicionamiento global varias opciones o rutas alternativas, podríamos
aprovechar la prospectiva cual GPS para hallar los senderos que nos guíen al
futuro deseado.
Correo: arjquindio@gmail.com / X: @ArmandoQuindio / Blog: www.quindiopolis.co
2 Comentarios
super interesante permitir el aporte de la prospectiva al desarrollo de Uniquindío y el Depto.
ResponderEliminarAsí es. Estoy seguro que será un ejercicio enriquecedor.
EliminarGracias, Cardenio, por su comentario.