Historias y desafíos de un departamento llamado Quindío


«El desafío consiste en imaginar futuros probables para aprovechar el potencial de este territorio y el talento humano que tenemos»

 

En los sesenta se dieron las efervescencias cívicas que impulsaron la creación del departamento del Quindío como un territorio «joven, rico y poderoso» que apuntalaba su desarrollo en el café, principal producto de exportación.

Sin embargo, en la historia de los pueblos hay sucesos que originan cambios como los que se dieron para el Quindío al final del siglo XX y que intentaré resumir en cinco puntos: 

1) La ruptura del Pacto Internacional del Café en 1989 que desplomó las cotizaciones del grano, desaceleró la economía y motivó la sustitución del café por otros cultivos; 

2) La transición generacional de los dirigentes políticos que participaron en la creación del departamento por otra clase política sacudida por casos de corrupción, por la crisis de los partidos y por la financiación de campañas con dineros del chance y otros provenientes del narcotráfico y lavado de activos; 

3) El terremoto de 1999 que dejó cerca de un millar de muertos y miles de heridos con edificaciones destruidas y graves daños a la infraestructura, tragedia que dejó inconclusa la recuperación del tejido social y la reactivación económica, además de una enorme cicatriz en el alma colectiva. 

4) El turismo como actividad que pretendió sustituir la economía del café y que motivó cambios sustanciales en una región reconocida como uno de los destinos rurales más apreciados; 

5) El retroceso del civismo y de los liderazgos privados que, basados en el interés público y el sentido de pertenencia, fueron el motor de numerosas obras sociales y de transformaciones urbanas.

Lo mencionado representó el preámbulo de un nuevo departamento que vio cómo se sustituían cultivos de café por actividades de turismo, recreación, industria y vivienda campestre, cómo se disparaban procesos de conurbación, cómo cambiaba la pirámide demográfica y cómo llegaban personas de otras regiones que se entremezclaron con la cultura local. Esto, y otras cosas, contribuyeron a la formación de dos quindíos diferentes. Uno, en la parte baja, que corresponde al 35% de la superficie departamental y donde vive el 80,8% de la población con una densidad de 662 habitantes/km² y un tamaño promedio de predios rurales de 4,5 hectáreas, requiere de POT con determinantes metropolitanos y de una gestión del territorio concertada entre Armenia y los municipios vecinos. En otro, el de cordillera, caracterizado por tener una menor presión antrópica (85 habitantes/ km² y tamaño promedio de predios rurales de 14 hectáreas), posee ecosistemas estratégicos para la sostenibilidad del territorio.

Así que el desafío consiste en imaginar futuros probables que nos lleven a pensar en la conservación ambiental, en garantizar la oferta de agua (represa) para las próximas generaciones, en agricultura de precisión, en clústeres agroalimentarios, de manufactura avanzada y turismo de experiencias, en transformación digital, en internacionalizar el territorio, en empleo estable y de calidad, en cambiar el sistema educativo, en apropiarnos de la I+D+i, en afincar la quindianidad, en sentar la bases de una sociedad menos desigual y más incluyente, en ordenar la expansión urbana, en ciudades inteligentes y en muchas otras cosas que podríamos concebir para aprovechar el potencial de este territorio y el talento humano que tenemos

En fin, el futuro del Quindío no lo encontraremos en la prolongación de su presente, sino en nuestra facultad de visionar el desarrollo y en la capacidad de construirlo como sociedad. 

 

Armando Rodríguez Jaramillo.


Correo: arjquindio@gmail.com   /  Twitter: @ArmandoQuindio  /  www.quindiopolis.co

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3 Comentarios

  1. Gracias, Armando, por el interesante escrito. Tengo varias dudas, que espero puedan alimentar el debate en torno al tema. Partiendo de la idea de que el civismo se fundamenta en la igualdad y la inclusión de todos los ciudadanos, independientemente de su posición social, y busca promover el bienestar colectivo, me pregunto si lo que ocurrió en el Quindío o en Armenia fue más bien que una "élite" o grupo privilegiado adoptó prácticas o iniciativas que “beneficiaron” a la sociedad en su conjunto (ellos incluidos) y, de alguna manera, impactaron en el aumento del bienestar general. Esto, en principio, parece haber sido positivo y beneficioso para la sociedad quindiana actual. Sin embargo, podría no considerarse como un ejercicio pleno de civismo, ya que no involucraba la participación de toda la población, que de por sí era desigual económicamente y en su acceso a la educación.

    Por tanto, ¿podría haber sido más bien una actitud "paternalista", de la que hoy podemos ver consecuencias? ¿No estaremos "romantizando" la idea de civismo del pasado?

    Es relevante cuestionarnos si este “modelo de desarrollo” liderado por una élite ¿pudo haber dejado desatendidos a sectores de la población y perpetuado desigualdades? ¿Es posible que, a pesar de los logros alcanzados, el llamado civismo de ese entonces estuviera más focalizado en el beneficio de ciertos grupos, en lugar de abarcar y atender las necesidades de toda la comunidad?

    Pienso que puede ser esencial reflexionar sobre estos aspectos para construir un civismo inclusivo y equitativo en el presente y el futuro del Quindío, el civismo de hoy, que en otros contextos parece estar más asociado a la convivencia ciudadana en el espacio público. Sería importante que todas las voces sean escuchadas y que se promueva una participación activa de toda la población en la toma de decisiones y en la construcción de un desarrollo sostenible y justo para la región. “Que la sociedad deje de esperar el “personaje” que vendrá a hacer las cosas por ellos, para que ésta pase a un rol activo y a determinar o visionar lo que hay que hacer y elegir a quiénes son los idóneos para llevarlo a cabo junto a ellos/nosotros….”

    Gracias por la atención y el feedback a las dudas.

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    1. Muchas gracias por su lectura y por los comentarios que hace a cerca del civismo, los cuales enriquecen el debate que debemos dar. Es una mirada muy interesante la suya sobre las élites y la actitud paternalista que tal vez se confundió con el ejercicio del civismo.
      La parte final, que usted cita de forma entrecomillada: “Que la sociedad deje de esperar el “personaje” que vendrá a hacer las cosas por ellos, para que ésta pase a un rol activo y a determinar o visionar lo que hay que hacer y elegir a quiénes son los idóneos para llevarlo a cabo junto a ellos/nosotros….”, creo que resume de forma adecuada su posición.
      Muchas gracias.

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  2. Dos análisis reales y concretos con interesante realismo, interpretación y juicioso. Felicitaciones. El asunto primordial y real, hoy, es la corrupción política enquistada en los poderes públicos; la intervención de personajes novatos en política que enredan una solución próxima , la pobreza y negligencia de una sociedad apática y transhumante sin sentido de pertenencia. El Quindío sigue vigente en sus fortalezas. Pregunta:"cuál es la responsabilidad de un director ejecutivo de LA CÁMARA DE COMERCIO Y SU JUNTA, MANIPULADA enquistada hace más de treinta años. Eso también es corrupción. RODRIGO ESTRADA ALREVÉS.

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