La competitividad del Quindío entre puestos y puntajes

  

«El Quindío tiene un destacado puesto en competitividad, pero con una discreta puntuación».


El Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario recién presentaron el Índice Departamental de Competitividad [IDC] 2023 con 108 indicadores distribuidos en 13 pilares agrupados en 4 factores elaborados a partir de datos duros provenientes de fuentes oficiales del orden nacional, y que constituyen una valiosa herramienta para un año electoral porque ilustra de forma objetiva la gestión de los gobiernos salientes, al tiempo que ofrece una línea de base para las administraciones entrantes. 

El IDC mide la competitividad en una escala de 0 a 10 y clasifica a Bogotá y los 32 departamentos por puntajes y puestos, siendo más apropiado analizar las posiciones con base en los puntajes obtenidos que por los puestos ocupados, tal como se plantea con los siguientes dos supuestos: a) Si el mejor puntaje en competitividad fuera 3,0 el departamento que lo tenga se ubicaría en el primer puesto; b) Si todos los puntajes en competitividad fueran de 8,5 y superiores, el departamento que tuviera el último puesto obtendría una calificación sobresaliente de 8,5 puntos. Estos supuestos permiten afirmar que es posible tener un puesto destacado con un bajo puntaje, pero también un puesto en la retaguardia con un alto puntaje; y que un departamento puede ganar o perder puestos en el IDC por el sólo hecho que otros departamentos disminuyan o aumenten sus puntajes. 

En cuanto a los resultados del IDC, en 2023 no se evidencian cambios en las primeras posiciones. Bogotá, Antioquia y Atlántico volvieron a ocupar los primeros puestos mientras que Risaralda y Caldas fueron cuartos y séptimo respectivamente, seguidos del Quindío en el octavo lugar con un puntaje de 5,73, inferior al 5,84 alcanzado en el 2022, lo que revela que tiene un destacado puesto en competitividad, pero con una discreta puntuación.


 

«La competitividad es compleja y no tiene recetas únicas ni fáciles».


Así mismo, los resultados para los 13 pilares muestran un balance satisfactorio con relación al 2022 por cuanto en nueve de ellos se ganan puestos [Instituciones, Adopción de TIC, Sostenibilidad ambiental, Salud, Educación superior y formación para el trabajo, Entorno para los negocios, Mercado laboral, Sistema financiero y Tamaño del mercado], en tres pilares se retrocede [Infraestructura, Sofisticación y diversificación e innovación] y en Educación básica y media se conserva el puesto. Pero la realidad es otra al hacer el balance por puntajes porque sólo se mejora en cuatro pilares [Instituciones, Mercado laboral, Sistema financiero y Tamaño del mercado], mientras que en los nueve restantes se empeora [Infraestructura, Adopción de TIC, Sostenibilidad ambiental, Salud, Educación básica y media, Educación superior y formación para el trabajo, Entorno para los negocios, Sofisticación y diversificación e Innovación].

De igual modo, al ordenar los trece pilares por puntajes mayores o menores a seis con el fin de ver de forma figurada cuántos pilares aprueban el examen de la competitividad, se obtienen los siguientes resultado: el 54% [7 pilares] presenta puntajes inferiores a seis entre 4,36 y 5,50; el 31% [4 pilares] tiene puntajes ligeramente superiores a seis entre 6,24 y 6,45; y el 15% [2 pilares] exhiben puntajes un poco más altos con 6,99 y 7,52. Estas cifras indican la realidad de la competitividad en el Quindío.

Como lo mencionado son sólo generalidades de un informe denso y complejo, me permito plantear algunas reflexiones:

  • Los IDC publicados entre 2013 y 2023 aportan valiosa información para la toma de decisiones. De nada sirve que el Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario produzcan estos insumos, si la institucionalidad local no los aprovecha para saber qué debe corregir y qué debe hacer.

  • No nos deberíamos conformar con aparecer en el octavo puesto con un puntaje general de 5,73 y con puntajes entre 4,36 y 6,45 para el 85% de los trece pilares, ya que son resultados precarios para un territorio con el potencial que tiene el Quindío.

  • Es necesario que los gobiernos locales, universidades, gremios económicos, centros de desarrollo, clústeres y empresarios hagan una profunda evaluación al interior de la Comisión Regional de Competitividad con el fin de avanzar en una estrategia de cierre de brechas en competitividad. Es esencial monitorear, evaluar e identificar fortalezas y debilidades y de paso proyectar nuestro desarrollo productivo con base en un potente Plan Regional de Competitividad e Innovación.

  • La competitividad y la innovación deberían hacer parte del ADN de nuestras organizaciones. Es hora de adoptar una estrategia de especialización inteligente del territorio y priorizar aquellas actividades económicas (agropecuarias, agroindustriales, manufactureras y/o de servicios) con mayor potencial de desarrollo y de internacionalización para impulsarlas a través de estrategias clúster y mediante la innovación y la especialización tecnológica. Esto tendría un significativo impacto en el desarrollo local, en la generación de empleo estable y de calidad, en el aumento del ingreso, en la creación de empresas y atracción de inversión, en el incremento de las exportaciones, en la generación de riqueza y en la sostenibilidad ambiental; pero, ante todo, traería progreso y mejoraría el bienestar y la calidad de vida.   

 

Conclusión

La competitividad es compleja y no tiene recetas únicas ni fáciles, así que dejemos de hacer lo que ya sabemos que no da resultado y empecemos a cambiar el futuro del Quindío a través de renovados modelos mentales y audaces estrategias basadas en el conocimiento, la innovación y el desarrollo humano, porque lo peor que nos puede pasar es que nos acostumbremos a vivir en el presente.

 

Armando Rodríguez Jaramillo

Correo: arjquindio@gmail.com  /  Twitter: @ArmandoQuindío /  www.quindiopolis.co

 


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