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Por: Armando Rodríguez Jaramillo.
En un hotel del norte de Armenia se reunió una veintena
personas interesadas en el futuro de nuestro departamento gracias a la invitación
de un grupo de ciudadanos empeñados en recuperar la identidad y sentido de
pertenencia a través de «Alas cuyabras». Ese día el coronel (r) Nepomuceno
Jaramillo Nieto y Ángela Gutiérrez manifestaron que la idea nació del amor por
la tierra quindiana y del querer participar en las transformaciones necesarias
para el departamento en busca de un futuro donde nos sintamos orgullosos de lo nuestro.
Luego de escucharlos, varios de los asistentes tomaron la
palabra para expresar sus opiniones. Se recordó el «Día de la Quindianidad»
celebrado en 1983 siendo gobernador Jaime Lopera Gutiérrez, se rememoraron los
buenos tiempos del civismo liderados por la Sociedad de Mejoras Públicas de
Armenia y se puso de ejemplo la reciente recuperación del parque de Los
Fundadores por un grupo de ciudadanos después de años de abandono oficial.
Otros, en respuesta a los que abogaron por separar los
propósitos del «Alas cuyabras» de cualquier matiz político, afirmaron que como la
politiquería desarticuló el espíritu cívico la transformación del Quindío pasa ineludiblemente
por un cambio en la forma de hacer política y de administrar lo público. Asimismo,
se propuso diseñar una hoja de ruta que incluya el cómo, el con quién y el con
qué. También se habló de generar confianza en lo que somos, fortalecer la
civilidad y vincular a personas que en los últimos años han sentado su
residencia en esta tierra y que se sienten quindianos por adopción.
Finalmente, deseo compartir dos reflexiones que hice, no
sin antes felicitar a los organizadores de la reunión, entre los que se cuentan
César Jaramillo, Juan Carlos Arango y César Augusto Castaño Rubiano. La primera
se relaciona con una conversación que en los años 90 tuve con el escritor Jesús
Arango Cano desde la ventana de su apartamento en el parque de Sucre. Él, al señalar
la ceiba centinela de Armenia que allí se yergue, majestuoso árbol de hoja
caduca que muda de follaje dos veces por año como signo de su metamorfosis, me
dijo: «Cada que miro ese árbol que no sembré disfruto de su belleza y
exuberancia. De igual manera, debemos emprender obras y acciones que beneficien
a otros, pues, así como disfrutamos de cosas que no creamos, otros gozarán y se
beneficiarán de lo que hagamos». Esas cortas pero aleccionadoras palabras
encierran buena parte de lo que es civismo.
La segunda, tiene que ver con el símbolo de «Alas
cuyabras»: un colibrí que se fusiona con el mapa del departamento. Al
verlo recordé que Germán Medina Franco, de la Academia de Historia del Quindío,
escribió que el vocablo Quindío proviene de un quechuismo traído por los
españoles luego de la conquista del Perú: «Algunas expresiones de esa lengua
andina penetraron desde entonces en el torrente circulatorio del castellano y
han logrado sobrevivir inalterables hasta nuestros días como huaca, tambo,
chuspa, chagra. Otras, a juicio nuestro, fueron enriquecidas a través del
mestizaje cultural y lingüístico como el vocablo quindi que significa
colibrí y derivó en Quindío en boca de los españoles para denotar cantidad y
variedad de quindis […]».
De
ahí que, si los colibrís están relacionados con la polinización cruzada,
proceso donde el polen de una flor se transfiere a otra a través de insectos y
aves para la reproducción y diversidad genética de las plantas, la
quindianidad, palabra que proviene del vocablo quindi, también se
difunde y se contagia entre los habitantes de la hoya del Quindío cual polinización
cruzada.
Colofón: He visto nacer y no prosperar ideas similares a las de «Alas cuyabras», razón por la cual espero que esta levante vuelo para beneficio de todos y que muchos se unan a causas similares que nos lleven a fortalecer el sentido de identidad y a exaltar los valores de la quindianidad y la civilidad.
Correo: arjquindio@gmail.com / X:
@ArmandoQuindio / Blog: www.quindiopolis.co
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