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| Foto tomada de Pixabay |
«Hace más de dos décadas que en el departamento del Quindío no se hace un estudio de futuro que permita construir una visión de desarrollo a mediano y largo plazo».
Por: Armando Rodríguez Jaramillo
En el Quindío se viene hablando de realizar
un ejercicio de prospectiva que nos lleve a la construcción de una visión de
futuro de mediano y largo plazo que algunos proyectan a 2050, iniciativa sobre la
que se han hecho encuentros y conversatorios, y escrito algunas cuartillas de opinión
en la prensa local.
Ante esto es oportuno traer a colación
los tres los ejercicios de prospectiva realizados en este terruño, a saber: 1- Estudio
del Plan Maestro sobre el proyecto de Desarrollo Agrícola Integrado de la
Cuenca del Quindío, formulado en 1988 por cooperación internacional entre
la Corporación Autónoma Regional del Quindío (CRQ) y la Agencia de Cooperación
Internacional del Japón (JICA) con un horizonte de tiempo de 1990 a 2005. 2- Estrategia
prospectiva del occidente colombiano. La región del futuro,
formulada en 1998 por el Corpes de Occidente que planteó una visión prospectiva
hacia el desarrollo humano y sostenible entre 2000 y 2015 para una región
integrada por ocho departamentos, entre ellos, Quindío. 3- Plan Quindío
2020, planeación estratégica realizada en 2000 gracias a un esfuerzo
colectivo impulsado por académicos e intelectuales. El plan propuso un
desarrollo integral del departamento a veinte años con lineamientos en lo
económico, competitividad e innovación.
Desafortunadamente estos estudios no
fueron ejecutados por múltiples razones: falta de apropiación institucional y
social, limitado compromiso y voluntad política, carencia de financiación,
escasa preparación del talento humano y mínimos consensos y acuerdos. De ahí
que se pueda afirmar que durante este siglo el departamento ha transitado por
un silencio prospectivo interrumpido solo por la formulación de planes de
desarrollo para periodos de cuatro años de alcaldes y gobernadores y de algunos
planes sectoriales de competitividad, movilidad, exportación, CT+i, educación,
salud y manejo de cuencas hidrográficas, entre otros, con poca o nula articulación
entre sí.
Enhorabuena, veinticinco años después del
último estudio prospectivo, los gobiernos locales, gremios de la producción y
universidades están interesados en formular una visión de futuro a mediano y
largo plazo que supere la planificación tradicional y reoriente el desarrollo
del Quindío en un entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo [VICA], caracterizado
por polarizaciones y enfrentamientos políticos, corrupción y violencia, crisis
de la democracia y la globalización, desequilibrios económicos, cambio
climático e inestabilidad social; además de las disrupciones tecnológicas de la
Cuarta Revolución Industrial.
Es tiempo de pensar en futuros que
superen el presente que tenemos; pero, hay que ser conscientes que los años pasan
y que las regiones punteras progresan a mayor velocidad que la nuestra ampliando
cada vez más las brechas del desarrollo. Por tanto, mucho aprenderíamos si
miráramos hacia regiones del mundo que luego de años de atraso dieron el salto
hacia nuevos estadios de progreso demostrando que sí son posibles las
transformaciones de fondo.
No es tiempo de flojera ni timideces. Sabemos en qué hemos fallado y también conocemos los caminos sinuosos por lo que trasegamos, pero ignoramos cómo será el mañana. Y ante este desafío hay dos alternativas: confiar en nuestras capacidades reactivas y de resiliencia o ser proactivos y preactivos. La reactividad permite responder a circunstancias externas sin tomar la iniciativa, es reaccionar en función de lo que ocurre en lugar de anticipar los problemas para solucionarlos; y la resiliencia es la capacidad de adaptarse para sobreponerse a la adversidad y a circunstancias perturbadoras. Por su parte, la proactividad se relaciona con actuar antes de que ocurran los eventos con el propósito de influir anticipadamente en el curso de los acontecimientos o resolver los problemas antes de que surjan; y la preactividad tiene que ver con preparar y planificar lo que se quiere que ocurra. Entonces de nuevo planteo las dos alternativas: ¿queremos seguir siendo reactivos y resilientes o nos convertimos en una sociedad proactiva y preactiva?
«En medio de este mundo confuso e
incierto, hay que abrir caminos novedosos e inspiradores».
En medio de este mundo confuso e
incierto, hay que abrir caminos novedosos e inspiradores. De nosotros, y de nadie más, depende
si queremos ser copartícipes en el diseño del futuro del Quindío y
corresponsables en la asunción de los retos y oportunidades que vendrán.
En la antesala de los 60 años de
creación del Quindío, la misión y visión fundacional de este departamento está
más vigente hoy que nunca, a pesar de que en ocasiones hayamos perdido el rumbo.
Esta provocación nos sitúa en el punto cero, en el instante antes del futuro en
el que hay que decidir qué camino elegir. Pero no podemos dejarnos distraer pensando
solo en proyectos de infraestructura e iniciativas productivas, preparémonos
para dar un salto con pértiga en educación y cultura con el fin de tener ciudadanos
con visión y sentido democrático, con justicia social y compasión, con
compromiso y propósito, con conocimientos y herramientas para transformarse y
para transformar este territorio.
Este propósito transgeneracional reviste importancia en la medida que sitúa a las personas en el centro de lo que somos y queremos ser con el fin de conjugar el verbo progresar en todos los tiempos. Porque como dijo Maurice Blondel: «El futuro no se predice sino que se construye». ¿Y tú qué piensas?
Correo:
arjquindio@gmail.com / X: @ArmandoQuindio /
Blog: www.quindiopolis.co

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