Sobre El Mundo de Sofía


«Aunque el mar está en calma total, no significa que no esté sucediendo algo en la profundidad».


En la novela filosófica El mundo de Sofía (1991), Jostein Gaarder (1952) nos lleva por la historia de la filosofía entre la realidad y la ficción. Sofía es uno de sus personajes, alumna del maestro en filosofía Alberto Knox que le enseña la historia de esta disciplina mediante lecciones que envía por correo mientras que ambos reciben postales dirigidas a una niña de nombre Hilde remitidas por su padre Albert Kang.

En un giro inesperado, Sofía y Alberto descubren que realmente su mundo es una ficción literaria de Albert Kang como regalo de cumpleaños para Hilde, y entonces deciden luchar para escapar del control de la imaginación de Kang. El autor nos introduce en una trama en la que los personajes de ficción se entremezclan a través de una extraña afinidad donde Hilde decide ayudar a Alberto y Sofía para que se zafen de la pluma de su padre. En conclusión, en la novela Gaarder crea dos personajes que a su vez son protagonistas de una novela que Albert Kang le escribe a su hija. Son personajes de ficción que quieren escapar de la imaginación de un escritor que es fruto de la quimera de otro escritor.

Pero apartándome de este galimatías, en las 638 páginas del Mundo de Sofía el lector encuentra una cautivadora versión de la historia de la filosofía desde los presocráticos hasta Sartre de la que osé tomar, de forma deshilvanada, cinco pasajes que llamaron mi atención.

 

Sobre los mitos y la filosofía

Hasta la aparición de la filosofía, alrededor del año 600 antes de nuestra era, «habían sido las distintas religiones las que habían dado a la gente las respuestas a todas las preguntas que se hacían. Estás explicaciones religiosas se transmitieron de generación en generación a través de los mitos. Un mito es un relato sobre dioses, un relato que pretende explicar el principio de la vida (pág. 25)». En el mito no solo había una lucha constante entre las fuerzas del bien y del mal, también trataba de explicar la creación del mundo, pero la gente no podía quedarse de brazos cruzados esperando a que interviniesen los dioses cuando amenazaban las desgracias, por lo que apareció el uso de la observación y la razón (logos), y de la experimentación y el análisis, con el fin de comprender el mundo y el ser. Sin embargo, la filosofía no es algo que se pueda aprender, sino que quizá uno pueda aprender a pensar filosóficamente.

En el libro se dice que Sócrates «hizo que la filosofía bajara del cielo a la tierra y la dejó morar en las ciudades y la introdujo a las casas, obligando a los seres humanos a pensar en la vida, en las costumbres, en el bien y en el mal». El filósofo reconoce que hay un poco de cosas que no entiende. Y eso le molesta. De esa manera es, al fin y al cabo, más sabio que todos aquellos que presumen saber cosas de las que no saben nada, por eso Sócrates dijo que sólo sabía una cosa: que no sabía nada. Este es el reconocimiento de lo que se es. Para concluir esta parte, nada más apropiado que esta cita: «Los que preguntan son siempre los más peligrosos. No resulta igual de peligroso contestar. Una sola pregunta puede contener más pólvora que mil respuestas (pág. 82)».

 

Sobre la transformación de la materia

Respecto a lo que señalaba Aristóteles en relación a la transformación de la materia de posibilidad a realidad, la novela trae una curiosa historia: «Érase una vez un escultor que estaba agachado sobre enorme bloque de granito. Todos los días daba martillazos y picaba la piedra informe, y un día recibió la visita de un niño. “¿Qué estás buscando?”, preguntó el niño. “Espera y verás”, dijo el escultor. Al cabo de unos días el niño volvió. Para entonces el escultor había esculpido un hermoso caballo del bloque de granito. El niño lo miró asombrado, y luego se volvió el escultor y dijo: “¿Cómo podría saber que el caballo estaba ahí dentro?” (pág. 132)».

Sobre el mismo tema, «un huevo de gallina tiene la posibilidad inherente de convertirse en gallina, lo cual no quiere decir que todos los huevos de gallina acaben convirtiéndose en gallinas, pues algunos terminan en la mesa del desayuno […]. Pero también resulta evidente que el huevo de gallina no puede convertirse en un ganso. Esta posibilidad no está en el huevo de gallina. Así vemos que la forma de una cosa nos dice algo sobre la posibilidad de la cosa, así como sobre las limitaciones de la misma»

 

Sobre el pensamiento

Sobre los procesos del pensamiento que tal esta cita: «Érase una vez un astronauta y un neurólogo rusos que discutían sobre religión. El neurólogo era cristiano, y el astronauta no. “He estado en el espacio muchas veces”, se jactó el astronauta, “pero no he visto ni a Dios ni a los ángeles”. “Y yo he operado muchos cerebros inteligentes” contestó al neurólogo, “pero nunca he visto un solo pensamiento”. (pág. 281)»

 

Sobre la muerte

«La muerte no nos concierne», dijo Epicuro, así de simple. «Pues, mientras existimos, la muerte no está presente. Y cuando llega la muerte nosotros ya no existimos. (Mirado así, nadie se ha puesto triste por estar muerto). (pág. 163)»

El mismo Epicuro resolvió su filosofía liberadora en lo que llamó las cuatro hierbas curativas: «A los dioses no hay que temerles. La muerte no es algo de lo que haya que preocuparse. Es fácil conseguir lo bueno. Lo terrible es fácil de soportar».


Sobre la vida

La novela trae un interesante símil entre la vida y los cuadros que forman una película: «Hay momentos en los que creo que la vida es como una película, como cambian de prisa no notamos que está compuesta por imágenes simples que en realidad no están conectadas la una con la otra. La película es realmente una suma de momentos».

Finalmente, en alguna página de El Mundo de Sofía se lee que: «Aunque el mar está en calma total, no significa que no esté sucediendo algo en la profundidad».

 

Armando Rodríguez Jaramillo

Correo: arjquindio@gmail.com  /  Twitter: @ArmandoQuindío  /  www.quindiopolis.co

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2 Comentarios

  1. Muchas gracias Armando por traernos toda una serie de conocimientos, que no de otra manera, los hubiésemos podido consumir desde la mesa misma. Estamos pendientes de todo tus maravillosos escritos y memorias.

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    1. Gracia por leer los artículos y por sus comentarios y opiniones.

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