La Armenia de los años 30 (Parte 1)

 

«Semblanza de algunos hechos que antecedieron a la creación de la Cámara de Comercio y del desarrollo que empezaba a tener la ciudad por aquellos años».

  

El libro Álbum de Armenia, editado en los talleres de la empresa Tipográfica VIGIG con fotograbados de Rafa Prieto (Taller de Fotograbado VIGIG) y fotografías de Foto Línder (C. J. González), que en su portada lleva el escudo de la ciudad con el texto «República de Colombia. 1935 – 1936. Departamento de Caldas», es una destacada iniciativa de los dirigentes de la época para mostrar a través de numerosas fotografías y textos los atractivos de una ciudad en pleno desarrollo que para la época llegaba a sus 47 años.

En el libro se narra la evolución y dinámica de una ciudad que en la tercera década del siglo XX empezaba a descollar en el centro occidente del país. Dotada de una red de carreteras y ferrovías que la conectaban con los principales centros urbanos y el puerto de Buenaventura, Armenia se posicionó como un importante centro de acopio, trilla y logística de transporte de café de exportación, transformación que estuvo acompañada de un proceso de industrialización temprana que lastimosamente no se consolidó. En consecuencia, la mencionada publicación fue un valioso y futurista intento de mostrar una ciudad progresista en la que sucedían cosas buenas, fue sin duda una iniciativa de mercadotécnica territorial que nos recuerda cómo, hace nueve décadas, los líderes y dirigentes de la que a la postre sería la capital del departamento del Quindío (1966) pensaban en atraer empresas e inversiones.

 Leer: La Armenia del los años 30 (Parte 2)


El crecimiento urbano.

Según el censo de población realizado en 1928, Armenia, fundada el 14 de octubre de 1889, contaba con 52.000 habitantes, 29.097 (55,9%) de ellos residentes en la cabecera municipal, estadística que evidencia el acelerado poblamiento y desarrollo que tenía la ciudad. Una cita contenida en el libro ayuda a comprender la dinámica física y económica por la que atravesaba el municipio al resaltar su estratégica posición y ubicación en « […] el centro o mitad de la jornada entre las ciudades del interior del país y la costa Pacífica y el Departamento del Cauca. Muy pronto quedará (Armenia) en comunicación directa con Medellín, complementando así la red de vías de comunicación que la ponen en activo contacto con los principales centros comerciales, industriales e intelectuales de Colombia». Esta afirmación estuvo soportada en las distancias por carretera con los principales centros urbanos del país: Bogotá, 343 km; Ibagué, 103 km; Pereira, 61 km; Manizales, 120 km; Cali, 187 km; Popayán, 347 km; Buenaventura, 434 km.

A su vez este sistema carretero se integraba a la red de los ferrocarriles del Pacífico y de Caldas. El primero comunicaba con Buenaventura, Cali y Popayán y el segundo con Pereira y Manizales. A partir de 1927, año en el que el tren del Pacífico llegó a Armenia, la ciudad se transformó en un importante centro de acopio y exportación del café que se producía en el sur de Caldas (hoy departamento del Quindío), Tolima, Huila y norte del Valle del Cauca con destino a los mercados internacionales por el puerto de Buenaventura.

De otra parte, el texto alude a las «magníficas condiciones económica y financieras»” que tenía el municipio las cuales se sustentaban en la valoración de la propiedad raíz, la parcelación de la propiedad rural y su alta productividad agropecuaria basada en la calidad de sus tierras y el acceso a crédito, hechos que a la postre fueron esenciales para originar lo que se llamó la «riqueza cafetera por cantidad y calidad».

En cuanto al endeudamiento de los ciudadanos con el sistema financiero (bancos), en sus páginas se lee que éste se ha «contraído notablemente y las obligaciones se cumplen con relativa regularidad y cumplimiento», destacando así la cultura de pago de la época y la existencia de una economía boyante. Así mismo, las capacidades fiscales del municipio de Armenia fueron calificadas de excepcionales al señalar que «sus deudas públicas son muy pocas y el Municipio tiene un buen crédito dentro y fuera del país», lo que permite deducir que las finanzas municipales eran solventes y que tenía acceso a créditos internacionales.


El civismo.

Un aspecto importante que se encuentra en la publicación lo constituye el civismo que caracterizaba a los armenios y que llevó a que la ciudad se destacara entre las primeras del país por su «espíritu público», lo que impulsó, al igual que en Medellín y Manizales, la creación de la Sociedad de Mejoras Públicas con el propósito de «velar por el adelanto material, moral, cultural y cívico», congregando a su alrededor a un significativo número de ciudadanos amantes del progreso y el civismo. Por esta reconocida pujanza y amabilidad de sus gentes y por el crecimiento urbano y desarrollo alcanzado en tan corto tiempo, Armenia fue bautizada en 1927 por el poeta, político y diplomático payanés Guillermo Valencia Castillo (1973 – 1943) como la «La Ciudad Milagro», nombre con el que históricamente se le conoce en el concierto nacional.

 

Las obras públicas.

Por aquellas calendas la ciudad también mostraba, como signo de progreso, un auge inusitado de inversión en obras públicas, destacándose, entre muchas, la llegada del Ferrocarril del Pacífico y la edificación de la Estación del Ferrocarril (1927), así como la construcción de la carretera Ibagué – Armenia que la conectaría con la capital de la República. Para 1934 se da inicio la pavimentación de calles urbanas, en especial en la zona centro, obras que para su ejecución contaron con la contribución de los dueños de comercios y propiedades aledañas que aportaron el valor de la mitad de la mano de obra utilizada. También fue construido por aquellos años el sistema de alcantarillado de la ciudad y se proyectó la ampliación de las líneas del acueducto. En 1934 fue instalado el servicio telefónico con una planta automática L. M. Ericsson de Suecia con capacidad para 500 líneas que mejoró ostensiblemente las comunicaciones y facilitó las actividades comerciales y de negocios, planta que en poco tiempo fue insuficiente para las necesidades de una ciudad en expansión por lo que el Municipio se dio a la tarea, ese mismo año, de proyectar su ampliación a 500 nuevas líneas. De igual forma, por la dinámica de la ciudad y su estratégica ubicación, la Compañía Telefónica Central la escogió como centro de conmutadores de donde se hacían las llamadas para comunicar el occidente con el centro del país, y el norte con el sur, al igual que las comunicaciones telefónicas con el exterior.

En cuanto al suministro de energía eléctrica, tres hidroeléctricas generaban la energía para el servicio de alumbrado público y para el consumo residencial y empresarial: Planta Municipal (1927 - 1929), Planta Eléctrica Industrial del Quindío y Planta Eléctrica La Unión, las dos últimas de propiedad de los señores Francisco y Emiliano Laserna.

Cierra esta relación de obras públicas, las infraestructuras esenciales desde el punto de vista comercial y de abastecimiento de productos alimenticios como carnes, frutas y verduras, granos y abarrotes en general, por lo que en 1935 se pensó en: La ampliación del matadero municipal iniciativa que se debatía el Concejo Municipal, cabe señalar que esta infraestructura, a pesar de ser insuficiente, registró ese año el sacrificio de 18.000 cabezas de ganado; la Plaza de Ferias donde se tranzaron 40.771 cabezas de ganado; y la Galería Central que se proyectaba construir luego que un incendio de grandes proporciones destruyera la plaza de mercado.

Sobre esta última, es conveniente recordar que el 8 de septiembre de 1935 la Plaza de Mercado, construida en la antigua Plaza Cervantes, quedó reducida a cenizas por un incendio de grandes proporciones. Esto hizo que el Consejo Municipal destinara un lote de cuatro manzanas, donde funcionaba la Plaza de Ferias, para la construcción de las nuevas galerías[1]. El Álbum de Armenia trae una fotografía de la maqueta de las nuevas galerías fechada el 31 de enero de 1936 en cuyo pie de foto reza: «Fotografía tomada del boceto o maqueta para las nuevas galerías, adoptado por el Municipio en el concurso abierto con tal objeto, cuyos autores son los distinguidos arquitectos señores Antonio Bernardi, Lino Jaramillo y Roberto Henao, obra que se comenzará rápidamente gracias a la indemnización[2] recibida de la Compañía Colombiana de Seguros».

Nota: Este artículo fue publicado en el libro Ideas, Cámara, acción de la Cámara de Comercio de Armenia, editado por La Crónica del Quindío (2022)


Armando Rodríguez Jaramillo

Correo: arjquindio@gmail.com  /  Twitter: @ArmandoQuindio  /  www.quindiopolis.com



[1] Esta galería, ubicada entre las carreras 16 y 18 y entre las calles 15 y 17, frente a la iglesia de San Francisco, fue demolida luego del terremoto del 25 de enero de 1999 para darle paso a la construcción del Centro Administrativo Municipal.

[2] Se refiere a la indemnización recibida por el Municipio por el incendio de la antigua plaza de mercado.

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2 Comentarios

  1. Cómo siempre muy interesante y valioso su escrito Doctor Armando,nos brinda información histórica de nuestra patria chica,a quienes no hemos tenido la fortuna,como usted,de disfrutar la lectura enriquecedora de los textos que cita y que tan inteligentemente resume con la practicidad para que los ciudadanos de a pie comprendamos y conozcamos nuestra historia,Gracias

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    1. Gracias Carlos por tus comentarios y por leer estos artículos.

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