«¿Cuáles son las palancas que van a cambiar nuestras vidas, nuestras
empresas, nuestra sociedad?
El año anterior publiqué dos artículos sobre la necesidad de pensar en el futuro del departamento. En el primero, escrito en la pandemia y titulado Construir la mejor versión del Quindío (28-01-2021), señalé que vivíamos tiempos irregulares e inciertos, pues a pesar de los avances de la ciencia y la tecnología, la realidad del coronavirus nos tomó por sorpresa, situación a la que se sumaron los traumatismos en las cadenas globales de suministros, los impactos de la invasión de Rusia a Ucrania, el enfrentamiento entre EE.UU y China por la supremacía económica, el cambio climático y la transición energética, la creciente inflación y el aumento de la pobreza, además de la incertidumbre política y socioeconómica que sacude a Colombia.
Ante estos enormes desafíos la «recuperación será con aquellos que sepan otear el horizonte, que tengan la voluntad de aceptar retos y avanzar sin miedo, que tomen decisiones sobre la marcha, que se midan a navegar en entornos complejos y cambiantes». Asimismo, señalé: “Es necesario hacer reset a nuestra sociedad, reiniciar nuestra inteligencia colectiva. Si bien jamás es tarde para empezar, hay que hacerlo ahora, no mañana. Hay que romper con lo convencional y superar con renovadas destrezas y habilidades los desafíos que afrontamos. Nos urge desarrollar capacidades de adaptación sin despreciar los aprendizajes del pasado, debemos emprender con determinación un nuevo acuerdo social, redefinir el modelo económico y hacer las paces con la naturaleza”.
En el segundo artículo, Futuros posibles, probables y deseables (01-06-2021), dije que el Quindío carecía de un proyecto de departamento en el que nos sintiéramos identificados, un proyecto que concitara un propósito colectivo. Escribiré que debíamos «emprender la construcción de un ambicioso proyecto de departamento con visión de futuro que contrarreste el excesivo cortoplacismo […], un plan dotado con luces exploradoras y una lente gran angular que nos permita visiones panorámicas».
Considérennos que lo que hoy tenemos como sociedad y territorio son
productos de las decisiones del pasado y que las elecciones y acciones de hoy
definirán nuestro mañana. En nosotros está si seguimos administrando el
presente o nos atrevemos a pensar de forma ambiciosa. En el Manual de prospectiva y decisión
estratégica: bases teóricas e instrumentos para América Latina y el Caribe[1] se lee sobre el porvenir: «Los futuros posibles son las alternativas que
pueden posiblemente acontecer. Los futuros probables son los posibles con
chance de ocurrir. Los plausibles son aquellos futuros que concentran las
mayores probabilidades de ocurrir y realizarse». Entonces, entre lo posible y lo
probable: ¿Cuál sería nuestro futuro deseable?
Los desafíos que enfrentamos
Sin duda atravesamos tiempos difíciles por lo que esta sociedad precisa
de mentes diferentes que reconozcan las oportunidades que brinda la
socioeconomía del conocimiento. Tengamos presente que nuestras mentes son
lineales, cómodas para transiciones graduales, y que nos cuesta mucho pensar en
los cambios abruptos que se requieren en tiempos de crisis. No podemos dar respuesta
a los desafíos de un mundo cambiante e incierto con las mismas recetas usadas
para enfrentar los problemas del pasado. En tiempos de la cuarta
revolución industrial sería un error considerar el futuro como una prolongación
del presente (y del pasado) sin aprovechar nuevos instrumentos (conocimientos y
tecnologías) que nos permitan ver lo que con nuestra mirada lineal no detectamos.
«No podemos dar respuesta a los desafíos de un mundo cambiante e incierto con las mismas recetas usadas para enfrentar los problemas del pasado».
Una visión de futuro podría imaginar a un Quindío en términos de un territorio enmarcado en la sostenibilidad ambiental y en los paradigmas de la cuarta revolución industrial que, mediante la articulación de los sectores público, privado, académico y social, avance hacia un nuevo modelo de desarrollo productivo y de bienestar y calidad de vida.
Las fronteras del conocimiento están cambiando por lo que la clave radica en identificar cuáles son las nuevas fronteras y cómo alcanzarlas. Hoy la ciencia y la tecnología fijan fronteras dinámicas que se desplazan con rapidez haciendo que el mundo hiperdigital de la cuarta revolución industrial esté sujeto a cambios nunca vistos. Sería iluso pensar que podemos competir con los modelos de agricultura, agroindustria, manufactura, turismo y servicios que tenemos, con la calidad y pertinencia de nuestro sistema educativo y con el estilo de gestión y liderazgo que practicamos.
Presenciamos un crecimiento exponencial de la innovación y la tecnología que nos aproxima a una singularidad, a un hipotético punto a partir del cual se dará una aceleración exponencial del progreso que será difícil de entender, pero que traerá consigo enormes oportunidades y consecuencias. De ahí que debiéramos plantearnos: ¿Sobre qué preguntas debatiremos el futuro? ¿Qué respuestas vamos a buscar? ¿Cuáles desafíos enfrentaremos? ¿Hacia qué fronteras iremos y qué otras debemos de borrar?
Los grandes cambios no se dan por generación
espontánea, tampoco importando genios que nos digan qué hacer. Caminamos por arenas movedizas y sería altamente ineficiente hacer
predicciones fundadas en lo que hacemos, en nuestros modelos mentales y en las
reglas de nuestro mundo actual. Entonces: ¿Cuáles son las palancas que van a
cambiar nuestras vidas, nuestras empresas, nuestra sociedad?
Armando Rodríguez Jaramillo
arjquindio@gmail.com / @ArmandoQuindio
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