Armenia y los desafíos del desarrollo


Estamos ad-portas de la tercera década del Siglo XXI, decenio que debería ser el de la transformación de la ciudad si nos lo proponemos. Así que preguntémonos ¿qué futuro deseamos?, ¿qué desafíos enfrentamos?, ¿qué modelo de sociedad y de arreglo institucional requerimos?, ¿cómo lo vamos a lograr?, ¿qué liderazgos necesitamos?, ¿estamos dispuestos a hacerlo? 

No tengo respuestas a estos interrogantes, sólo sé que éste camino lo iniciaremos con José Manuel Ríos Morales como primer alcalde de la década y reconociendo que no tenemos claridad como sociedad acerca del futuro que deseamos, pero si total certeza de no querer repetir los errores del pasado pues merecemos una mejor ciudad y una forma superior de administrarla sin politiquería ni corruptelas. Entonces, si sabemos lo que no queremos, empecemos a construir lo que deseamos.

De ahí que sea el momento de gobernar con talente cívico, institucional y democrático. Las necesidades de la ciudad las conoció el alcalde electo durante su campaña, la realidad que encontrará se la dará el empalme y lo que la gente siente y piensa está en las encuestas de percepción ciudadana del programa «Armenia cómo vamos». Así que, con este panorama, solo quiero hacer algunas apreciaciones simples de un simple ciudadano, y nada más.

Las dos ciudades.

Armenia puede ser observada desde dos puntos de vista. La de la gente con necesidades básicas insatisfechas cuyas posibilidades de progreso son limitadas y la de los que tiene sus necesidades básicas superadas con oportunidades de avanzar hacia mejores estados de desarrollo social y productivo. Para estas dos ciudades hay que trabajar y dar resultados, pues hay que reducir las brechas de las desigualdades e inequidades porque allí se incuban descontentos como los que enfrenta Chile.

En este orden de ideas, hay que darle respuesta a temas esenciales que afectan la vida de las personas como el de la seguridad en los barrios, optimización y humanización del transporte público, educación y salud, deporte y recreación, empleo digno y estable, vivienda y mejoramiento de vías entre muchos otros. Son asuntos prácticos que nada tienen que ver con hegemonías y rivalidades políticas ni con ideologías de izquierda o derecha. A esto se suma la urgente solución de temas sempiternos como los vacíos jurídicos del POT, las obras por valorización, el espacio público y la movilidad, los problemas de la plaza minorista, la placita cuyabra y el centro comercial popular, descontaminar las aguas residuales, reinventar el servicio de aseo y otros más.  

Pero mientras se trabaja en estos frentes que no son de poca monta, es necesario proyectar la Armenia del futuro, la ciudad que debería mirar hacia la Cuarta Revolución Industrial, no como una opción, si no como una obligación. La urbe moderna y tecnológica, innovadora y emprendedora, sin inequidades y con oportunidades para todos.

Esta mirada disruptiva implica concientizarnos de que este municipio es único e irrepetible, que aquí hay proyecto de vida y un futuro maravilloso, que somos un grupo humano que no tiene nada que envidiarle a ninguna otra sociedad por avanzada que parezca.

Motivemos al sistema educativo de básica primaria y secundaria, comprometamos a las universidades, mejoremos la cualificación para el trabajo y las competencia laborales, incentivemos a los emprendedores y apoyemos a los empresarios de todos los tamaños, retengamos nuestro talento humano para no perder capital intelectual y laboral, atraigamos inversión y personas de alta formación que le aporten a esta sociedad, organicemos nuestras empresas en clústeres, aumentemos la competitividad y productividad, apropiémonos de la innovación social y empresarial, montemos centros de desarrollo tecnológico, ampliemos la conectividad y tantas otras cosas que identifican a las sociedades modernas.

La ciudad inteligente.

Pero para hacer esto realidad, es necesarios que Armenia sea una ciudad inteligente (smart city) con una red de sensores conectados mediante el internet de las cosas y la inteligencia artificial, una red que mida el palpitar de la ciudad para planificarla y administrarla. Sería una ciudad que funcione como un sistema interconectado para gestionar el transporte público y privado, el uso eficiente de los recursos hídricos y energéticos, la seguridad y la protección civil, la vitalidad de los espacios públicos, el tejido empresarial y la comunicación fluida con sus habitantes y visitantes.

Que tal una Armenia donde se pueda gestionar en tiempo real la oferta y calidad de agua del Río Quindío, la eficiencia del transporte público, la movilidad y red semafórica, los niveles de ruido y polución, la seguridad y su capacidad de respuesta, el control del espacio público, la contaminación hídrica, las zonas de parqueo, los flujos de ciudadanos con los municipios vecinos, etc. Cómo sería una Armenia con plataformas integrales donde los trámites del ciudadano ante la administración en servicios de salud y educación, solicitud de permisos, servicios públicos e impuestos, radicación de quejas, fomento y apoyo a las microempresas y muchas otras cosas sean a través de canales virtuales. Un municipio con aplicaciones para que ciudadanos y turistas descubran las actividades culturales, recreativas y de esparcimiento.

La imaginación es el límite.

Solo con dejar volar la imaginación veríamos la Armenia de los próximos diez años. Una década es poco tiempo para transformarla, pero se puede lograr si tenemos el empuje y las ganas de hacerlo, y ante todo la determinación de cambiar el modelo de ciudad que impuso un grupo de politicastros y gobernantes apátridas que abusaron de la confianza que les dimos.

Estas no son palabras de un iluso que plantea utopías, es la invitación de un armenio que ha visto evolucionar e involucionar a su ciudad y que está convencido que el presente es enormemente inferior al futuro que podemos construir.

Alcalde José Manuel Ríos, no reparo en pensar de dónde viene usted y si tiene este o aquel respaldo político, me basta con saber que será el timonel de mi ciudad por los próximos cuatro años. En sus manos está si reproduce el modelo político que hemos padecido o si orienta su administración por sendas progresistas que articulen a la sociedad y la lleve por los paradigmas de la modernidad.

La superación de las necesidades básicas de los ciudadanos, la planificación de la ciudad y la proyección como urbe inteligente no son un asunto de izquierdas o derechas, ni de gamonales y caciques, ni de gobernabilidades negociadas. Esto es algo que se hace de cara a la ciudadanía, con la vedad por delante y las manos limpias a la vista, tejiendo confianzas, relacionándose con el concejo alrededor del interés público, dialogando con las organizaciones de la sociedad civil, pero, ante todo, construyendo progreso y bienestar para los armenios.

Armando Rodríguez Jaramillo
@arj_opina

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