Armenia
podría pasar de ser la «Ciudad Milagro» a ser la ciudad que «vive de milagro»,
no de otra forma se entendería que la villa de Tigrero siga funcionando a pesar
de sus politicastros y sus corruptelas.
Hace
pocos meses los cuyabros vimos cómo la Fiscalía destapaba la mayor corrupción de
los últimos tiempo con dineros de valorización que privó a la ciudad de las
obras necesarias para su desarrollo y financió campañas políticas, delitos que
llevaron a la cárcel a los exalcaldes Carlos Mario Álvarez Morales y Luz Piedad
Valencia Franco, esto sin hablar de casos como los del exmandatario David
Barros Vélez y de otros que fueron suspendidos por la Procuraduría, sin olvidar
a los que están inmersos en procesos por delitos electorales en las últimas
elecciones para congreso de la República. Si hablara de cada asunto la lista
sería interminable como expresión de un modelo político que se corrompió y de
qué manera.
Y
no es que los armenios no supiéramos de las mañas de los politicastros, ni de la
criminal apropiación de los dineros públicos, ni de las nóminas paralelas de
contratistas, ni de licitaciones con pliegos amañados, ni de la compra de
votos, ni de gobernantes con candidato propio, ni de dineros extraños en la política
y de otras muchas vagabunderías, lo que ignorábamos era que la sima de la
corrupción estuviera tan profunda y que al fondo de la degradación aún no
habíamos llegado. Esto lo coligo por las numerosas investigaciones,
sanciones y condenas de que hemos sido testigos.
Tal
vez por ser víctimas de nuestra propia ingenuidad, llegamos a pensar que los
actores del sistema político habían aprendido la lección. Pero todo parece
indicar que no es así, pues en los últimos días hemos sido sorprendidos con
noticias que dan cuenta de audios descarados y denuncias de prácticas non
sancta de personas con poder y aspiraciones políticas, noticias que anunciaron
suspensiones preventivas y apertura de investigaciones por parte de la Procuraduría
y organismos de control que comprometen al propio alcalde y a colaboradores
cercanos por presunta participación en política y favorecimiento de candidaturas
de su interés. Y como si fuera poco, parece que a esto se suma una relación
perversa entre comunicadores y políticos que, de ser cierta, hipotecaría la
objetividad y la credibilidad del periodismo.
Tengo
por norma no hacer juicios de valor sobre las actuaciones de personas
investigadas, pues son la Procuraduría y Contraloría, además de la Fiscalía y
los jueces, los que nos dirán la última palabra sobre la ocurrencia o no de
delitos y sus responsables. Sin embargo, esto no me priva de expresar mi
opinión sobre la tremenda desesperanza que se vive en la ciudad y sobre la
necesidad de rescatar de la politiquería y los corruptos los destinos de
Armenia.
De
ahí que no sean pocas las preguntas que me hago y que me permito plantearlas a
manera de reflexión:
- ¿Qué sería de mi ciudad si políticos y funcionarios públicos con poder insisten en reproducir el modelo de la corrupción y el clientelismo?
- ¿Es tan adictivo el poder y tan irresistible la apropiación de los dineros públicos, la contratación amañada y el favorecimiento a candidatos?
- ¿Qué respetabilidad y legitimidad podría tener un candidato que es incapaz de ganarse la confianza de la ciudadanía con sus actuaciones, ideas y propuestas, y precisa del patrocinio de la administración de turno y del direccionamiento y compra de votos para ser elegido?, ¿a quién le debería su elección y cómo pagaría el favor?
- ¿Qué le pasa a la ciudadanía de Armenia?, ¿en qué recodo del camino se quedó encunetado su civismo?, ¿dónde extravió su autoestima?, ¿desde cuándo se volvió sumisa?
No
tengo respuesta a estos y otros interrogantes sobre la debacle que se nos avecina
si lo recién denunciado fuera cierto, y peor aún, si esta sociedad no
tuviera la capacidad de corregir su rumbo. Pero aparte de esto, de una cosa
estoy convencido, esta no es la Armenia de mis mayores, esta no es la
civilización de la «marcha triunfal» ni la de la «raza altiva, de dura cerviz» que
daba cuenta el salamineño Tomás Calderón y el Maestro Rafael Moncada en el
Himno de la ciudad. No sé, pero siento que desde el modelo político se han
empeñado en insultar nuestra inteligencia y dominar nuestro futuro, y nosotros
lo hemos permito.
Es hora de declararnos
en rebeldía, de votar y elegir bien, pues en ello radica el poder del pueblo y
la esencia de la democracia. Es hora de entregar a personas honestas y de
manos limpias el manejo de nuestro municipio y departamento. Es hora de ser
dueños de nuestro presente y futuro.
Nuestro grupo humano no puede
quedar atrapado entre los miasmas de un modelo corrupto y clientelista. Escribo
con dolor de armenio, rechazando desde lo profundo de mí ser lo que han hecho
con nuestra ciudad y lo que les hemos permitido que hagan. Escribo porque estoy
convencido que somos un pueblo de raza altiva y de dura cerviz. Escribo porque
siento que debemos alzar el verbo contra los bandidos y ladrones del erario. Escribo
porque me duele el silencio de los que tienen voz. Pero, ante todo, escribo
porque soy cuyabro raizal y no me puedo quedar callado ante tanta infamia.
Armando
Rodríguez Jaramillo
@arj_opina
1 Comentarios
Totalmente de acuerdo.. A que hora anestesiaron a los Armenios? Como es posible que con todo lo que esta pasando halla gente pensante que quiere votar por la misma corruptela? Fslta de amor por la ciudad y pérdida de la dignidad
ResponderBorrar