Por
estar ocupados en un sempiterno y anodino debate alrededor de la disputa por el
poder político a los quindianos se nos olvidó dialogar sobre los asuntos
esenciales del desarrollo. Esto condujo a que el común denominador de nuestras conversaciones
sean temas atinentes a la corrupción, la destitución, renuncia y
encarcelamiento de gobernantes y funcionarios, el robo del erario público, el clientelismo,
la contratación amañada, las tragicomedias del burgomaestre que renuncia y de los
burgomaestres en encargo que esperan al burgomaestre que vendrá, amén de muchas
otras cosas que nos distraen y no nos dejan pensar en lo fundamental para la
región y sus habitantes cubriendo de dudas e incertidumbres el futuro regional.
No
perdamos más tiempo enredados en esta telaraña urdida por tramoyistas. Sería estúpido
pensar que el cambio de un modelo político signado por una dolosa administración
del interés público provenga de los partidos y movimientos políticos arquitectos
del sistema, pues éste, el cambio, sólo llegará través de las buenas decisiones
ciudadanas en las urnas. La política tiene como objeto y sujeto al ciudadano,
propósito superior vulnerado en Armenia y el Quindío, de ahí que estamos llamados
recobrar el timonel de nuestro destino asumiendo la responsabilidad de elegir
bien mediante el ejercicio de la política grande.
Es
hora de vernos a los ojos, de reconocernos los unos a los otros como
interlocutores válidos, de practicar el diálogo y de asumir el rol de
constructores de futuro en el presente. Reunámonos, hablemos y lleguemos a
acuerdos sobre los temas fundamentales como son, entre muchos, el desarrollo
productivo y el conocimiento.
Por
ejemplo, pensemos y actuemos sobre nuestra ruralidad y los cultivos de café,
plátano, banano, cítricos, aguacates, hortalizas, frutales de clima frío, avicultura
y ganado bovino y porcino. Discutamos sobre agroindustria y agroalimentos,
manufacturas del cuero, muebles y confecciones, metalmecánica y construcción.
Platiquemos del comercio, turismo, congresos y convenciones, tecnologías de la
información y las comunicaciones. Ocupémonos del fortalecimiento de la
competitividad, aumento de la productividad, creación de empresa, atracción de
inversión, zona franca, servicios logísticos, exportaciones y todo lo que
genere bienes y servicios, mejora en ingresos, empleos estables, sostenibilidad
ambiental y calidad de vida.
Pensemos
y actuemos en consolidar la educación en colegios y universidades para formar el
talento humano que necesitamos. Fomentemos la ciencia y la tecnología y
apropiémonos de la innovación, únicos medios para tocar la partitura de la
Cuarta Revolución Industrial. Hagamos atractiva esta tierra para los jóvenes,
que sientan que en el Quindío hay futuro para sus proyectos de vida. Cultivemos
la mente y el conocimiento para navegar por la sociedad de la mentefactura.
Son
cosas fundamentales como estas, y muchas otras que deploro no mentar, en las que
debemos concentrarnos como sociedad. El desafío es cómo construir un modelo
político que nos una y nos ayude a ponernos de acuerdo sobre lo que queremos
ser y cómo hacerlo realidad, un modelo que deje de lado esa política non sancta
cuyo fin ulterior ha sido la conservación del poder.
Armando
Rodríguez Jaramillo
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