Desde la
década de los años noventa cuando Michael Porte expuso sus trabajos sobre los clusteres definiéndolos como “concentraciones
geográficas de empresas, proveedores especializados, proveedores de servicios, compañías
en industrias relacionadas e instituciones de apoyo que se
desempeñan en las mismas actividades o en actividades estrechamente
relacionadas ([1])”
el término se hizo global y permeó todos los idiomas.
Así que con el
tiempo la palabra cluster se volvió
un extranjerismo para los hispanohablantes por ser un expresión que se tomó del
inglés (anglicismo) para llenar un vacío semántico del español y que por muchos
años se usó como un barbarismo, es decir, un extranjerismo no incorporado oficialmente
al idioma.
Pero esto no
es un fenómeno nuevo, pues la introducción de extranjerismos
al español ha sucedido en diferentes épocas por causas disímiles. Unas por
invasiones que trajeron mezclas culturales como lo fue en la Edad Media la
dominación de la península ibérica por los musulmanes incorporando numerosos
arabismos; otras por expansiones culturales como las del Renacimiento que adicionó
italianismos; también lo fueron el auge francés en el siglo XVIII que introdujo
no pocos galicismos y la conquista de América que trajo hispanismos y llevó vocablos
de las lenguas indígenas; y más recientemente, con la Revolución Industrial y
la pujanza de los EE.UU, los anglicismos referentes a ciencia, tecnología y
economía forzaron en nuestro idioma nuevos términos.
En el caso que
nos ocupa, en medios de comunicación, documentos e informes, y en el lenguaje económico
se empezó a usar la palabra cluster y
su plural clusters en ausencia de un
término equivalente en español. Por fortuna, para saldar la situación, la
Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA), que cuenta con el asesoramiento de
la Real Academia Española, publicó el 25 de septiembre de 2013, bajo el título:clúster, grafía adaptada, lo siguiente:
«El sustantivo clúster, con tilde y plural clústeres, es la adaptación del
anglicismo cluster,
ya recogido con la grafía hispanizada en el Diccionario del español actual, de Seco,
Andrés y Ramos.
En los medios de comunicación aparece este término
habitualmente con el significado de ‘conglomerado
de empresas de ámbito o actividad comunes y generalmente ubicadas en la misma
zona’: «Los balnearios promueven la creación de un clúster
termal» o «Nace el clúster español de turismo de salud».
Por otra parte, clúster
también se define en el diccionario Clave
como ‘unidad de
almacenamiento en el disco duro’ y ‘técnica estadística
por medio de la cual se forman grupos que tienen un cierto grado de
homogeneidad al compartir, en distinta cuantía, una serie de características
semejantes’.
Dado que se trata de un término extendido y asentado en
el idioma, se recomienda su hispanización con tilde y en redonda, sin cursiva ni ningún
otro tipo de resalte, tal como aparece en los ejemplos anteriores.»
Bienvenida esta
adaptación del susodicho anglicismo. Sin embargo, otras consideraciones surgen
cuando se trata de Internet donde es de gran relevancia la indexación de las
palabras por los motores de búsqueda o indexación web, en referencia al uso de
palabras claves o metadatos que proporcionan un vocabulario más útil para la
búsqueda en la red de un determinado sitio, lo que tiene que ver con el
posicionamiento de un sitio web de acuerdo a la palabra que el usuario utilice.
Es por esto que al escribir cluster
en Google se obtienen 234 millones de resultados, pero al buscar clúster la cifra
baja a 2.950.000 resultados. La diferencia salta a la vista y cada cual usará
el término de acuerdo a sus necesidades.
Armando Rodríguez
Jaramillo
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