La ciudad del caos

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Armando Rodríguez Jaramillo (Armenia - Quindío)

En los últimos tres o cuatro años los armenios hemos presenciado la mutación de nuestra otrora apacible ciudad en algo parecido a una urbe compleja y complicada.

La ciudad acusa un auge constructivo sin precedentes que la haló horizontal y verticalmente. Se tiene la percepción que hay gente nueva entre nosotros, que hay mayor número de vehículos con placas de otras partes que no están de paso. Se siente por aquí y acullá cierta efervescencia y frenesí que acelera la cotidianidad y congestiona nuestras vidas.

Nuestra realidad diaria son calles atascadas por doquier, dificultad para hallar un estacionamiento, andenes invadidos, bullicio, eclosión de artistas callejeros con parlantes, taxis que paran en cualquier sitio e invaden calzadas y paraderos de buses como sucede frente a centros comerciales, buses que recogen y dejan pasajeros cada cuadra, motociclistas en histeria colectiva, pasos peatonales y rampas para discapacitados bloqueados por vehículos y vendedores ambulantes, carretas con frutas y verduras en cada esquina, obras públicas sempiternas y constructores que toman las aceras y calzadas como depósitos de materiales.

En la ciudad cada cual hace su contribución a un caos que se multiplica de forma exponencial y que tiene su origen en dos causas evidentes: La indisciplina ciudadana por haber abandonado la educación como estrategia para construir civilidad y el haber abdicado al ejercicio de la autoridad por complacencias políticas e ineptitud administrativa.