Armando Rodríguez Jaramillo (Armenia - Quindío)
La semana pasada acudí
a mi prestador de servicios de telefonía porque mi celular presentaba una falla.
Mientras esperaba a que me atendieran, me distraje viendo equipos nuevos y observando
la gente que aguardaba su turno, entre la que había dos ancianos que llamaron mi
atención por lo desorientados que parecían estar.
Don Arturo, un señor
de aspecto humilde, de pocas palabras y escasa formación, preguntaba con timidez
sobre los $74.900 que le cobraban por la televisión. Quien lo atendió le explicó
que esa era la tarifa del plan Diamante por el que tenía derecho a 127 canales:
10 canales de audio, 105 canales de video, 6 canales online y otros 6 de alta
definición, es decir full HD; advirtiéndole que si cambiaba al plan Zafiro se bajaría
a 94 canales perdiendo los de audio, quedando sólo con 82 canales de video, 6
canales online y 6 canales full HD, todo eso por $47.900 mensuales.
Arturo, lelo por la
respuesta, se quitó el sombrero y se rascó la cabeza mientras veía en un
impreso los 127 canales que podía disfrutar. Sonrojado exclamó que lo que
pagaba era mucho para su bolsillo, pero ante la insistencia terminó aceptando los
127 canales. Por último le dijeron que necesitaba internet para ver los 6 canales
online. Entonces hubo silencio, el anciano miró resignado y dijo: Bueno, démelo
con eso, pero dígame una cosa señorita, ¿usted me asegura que con esto puedo ver
los partidos de fútbol que es lo único que me gusta?
Minutos más tarde le
llegó el turno a Enrique que iba por un celular. Con osadía y armado de papel y
lápiz se enfrentó a la vitrina con los equipos en venta, anotó referencias y
precios y las comparó con las de un catálogo impreso que le pasaron. Cuando
hubo seleccionado dos modelos que le gustaban y se acomodaban a su presupuesto,
pasó a que le explicaran sus características.
En un lenguaje complicado
le informaron que el primero tenía un procesador de 1.3GHz con memoria interna 8GB
expandible a 32GB, con sistema Android, Wi-fi, correo electrónico, redes sociales,
bluetooth, GPS, cámara de 5 Mega pixeles y pantalla de 4,5 pulgadas con una
resolución de 960 x 540 pixeles. Luego le recitaron las características del otro
teléfono.
Enrique, aturdido, preguntó
por la resolución de la pantalla y la cámara fotográfica de los teléfonos, y expresó:
Gracias señorita, voy a hablar con mi hija para ver qué me dice porque lo que
yo necesito es un celular para poder ver las fotos de mi nietecita que me mandan
de España, nada más.
Casos como estos
se ven a diario en los puntos de
atención al cliente de las compañías de celulares, donde algunas personas con
arrogancia y prepotencia abusan del cliente para venderle y no para solucionarle
sus necesidades por pequeñas que estas sean. Las cosas complejas se puedan explicar
con palabras sencillas dejando de lado ampulosos tecnicismos que muchos no
comprenden, sobre todo si son clientes de edades avanzadas que por obvias
razones no son nativos digitales.
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