La historia da cuenta que Pirro, rey de Epiro, región griega a orillas
del Jónico, enfrentó a los romanos en Tarento, Italia, con las batallas de
Heraclea (280 a.C.) y Asculum (279 a.C.) con el fin de controlar la expansión
de la naciente República de Roma en lo que se conoce como las Guerras Pírricas,
combates en los que Pirro salió vencedor pero con graves pérdidas representadas
en la muerte de miles de soldados y de sus mejores generales. Por estos
resultados catastróficos a pesar de haber vencido, es que se le atribuyen a
Pirro las frases: “otra victoria como esta y estaré vencido” y “otra victoria
como ésta, y tendré que regresar a Epiro sólo.”
Estos hechos
dieron lugar a la expresión “victoria pírrica” para hacer referencia a un
triunfo que se consigue con tal costo que incapacita al vencedor para nuevas
contiendas.
Traigo a colación estos apartes de la historia por el enfrentamiento que
se vive en la campaña política por la presidencia para el periodo 2014 – 2018,
pues a pesar de que los dos candidatos en contienda fueron harina del mismo
costal, aplica el antiguo refrán que dice “algo va de Pedro a Pedro”, que
significa que existen diferencias incluso entre los que parecen iguales.
Mientras intentamos por enésima vez llevar a buen puerto un acuerdo de
paz con la guerrilla, los que aspiran a sentarse en el solio de Bolívar no
escatiman esfuerzos por reencauchar sectarismos y desempolvar perversidades de otras
épocas como instrumentos electorales en un claro retroceso de las costumbres
políticas, como si la historia no fuera para aprender de ella.
En esta campaña los dos en competencia se enfrentan violentamente para
ver quién gana el derecho de hacer una paz a su manera con el afán de pasar a
la historia como el pacificador de Colombia, al punto que mientras pregonan mil
cosas sobre los diálogos para alcanzar el entendimiento con los alzados en
armas, se muestran incapaces de sostener un debate civilizado con ideas y
propuestas, sin agravios e insultos, en el que al menos se respete el uso de la
palabra. Me pregunto qué dirían Mahatma Gandhi o Martin Luther King, portavoces
de la no violencia, si vieran la forma de hacer política en Colombia luego de
60 años de guerra fratricida. Definitivamente no aprendimos la lección.
No sé quién de los dos se impondrá como el más pacifista en estas
elecciones, pero de una cosa si estoy seguro, que el ganador del domingo 15 de
junio lo logrará habiendo causado un daño tal a su rival que le resultará
difícil gobernar en el país polarizado y dividido que encontrará a partir del 7
de agosto.
Han sido tantas las agresividades y acusaciones que el triunfo del que
sea puede terminar siendo desfavorable, lo que podría llevar a una victoria
pírrica en la que todos perdamos.