Hay países que me cautivan mucho más que los Estados Unidos, pero esto
no me impide dejar de admirar su gran
visión estratégica y sus adelantos tecnológicos.
Terminada la Segunda Guerra Mundial el país del Tío Sam se embarcó en la
carrera aeroespacial ampliando la frontera del conocimiento sobre la Tierra, el
Sistema Solar y el universo. Desde los albores de la aventura espacial se tenía
claro que tan importante como diseñar naves con capacidad de viajar al espacio,
era construir estaciones de comunicaciones con antenas para ver y escuchar el universo, estaciones
que fueron levantadas en España, Australia y el estado de California.
A través de estas antenas, la NASA maneja las naves de misiones de
exploración planetaria como la sonda La Voyager 2 que desde 1977
envía radioseñales convirtiéndose en la primera nave terrícola que sale del
Sistema Solar al espacio interestelar, el robot Curiosity que explora el planeta Marte, la sonda Cassini que
está orbitando a Saturno y la New Horizons que viaja al
encuentro de Plutón.
Es inobjetable entonces que los gringos están en la jugada, ¡y sí que lo
están!, tal vez la animadversión hacia la potencia norteamericana se debe en
buena parte al sentimiento de envidia porque ellos piensan y hacen, mientras
que pueblos como el nuestro se enredan en enfrentamientos fratricidas y se
distraen en discusiones políticas de temas insulsos que nos impiden ver más
allá de las propias narices.
No vamos a competir en la carrera espacial, ni mucho menos, pero si podemos tratar de aprender de su estrategia
así carezcamos de su conocimiento y tecnología. De la misma manera que hay una
red de antenas para enviar y recibir información a naves exploradoras del cosmos
con el fin de descubrir que hay más allá de la exósfera, nosotros deberíamos
estructurar una red de monitoreo para saber qué pasa en el Eje Cafetero, a qué
le apuntan el Valle del Cauca y Antioquia, cómo llegar al mercado de Bogotá y para
evaluar las alternativas para exportar que nos brindan los TLC. En fin, un sistema de información que nos permita
saber para dónde va el mundo y diseñar una estrategia para integrarnos a él.
De no estructurar algo similar a una red de monitoreo y vigilancia,
montando figurativas antenas y radares, y haciendo misiones de exploración
empresarial al exterior que permitan recolectar información útil para saber que
producir y a quién vender, cuál es la tecnología de punta y qué conocimiento
necesitamos, difícilmente vamos a dejar
de producir para el mercado local y cada vez estará más lejana la posibilidad
de integrar los encadenamientos productivos del Quindío a los flujos de la
economía mundial.