Los retos en educación

Armando Rodríguez Jaramillo (Armenia - Quindío - Colombia)
16 de abril de 2014. Publicado en el Diario La Crónica del Quindío - 30 de abril de 2014


Cuando los quindianos pensamos que el Quindío podía ser un departamento, nos dimos cuenta que la única forma de enfrentar con éxito a la clase política de Manizales era si estábamos unidos. Fue así como luego de intentos fallidos, entre múltiples artilugios y componendas, en 1966 los intereses separatistas se hicieron realidad.

La vida como departamento se inició con tan solo la universidad del Quindío, institución creada en 1961 con agronomía y topografía. Esto quiere decir que la dirigencia pública y privada de entonces, que había pasado por las aulas universitarias, era egresada la mayoría de las veces instituciones de Manizales, Bogotá o Medellín, lo que limitaba ostensiblemente la cualificación del recurso humano con el que contábamos para echar a andar este departamento.

Luego la universidad del Quindío aumentó su oferta académica en ingenierías, ciencias básicas, idiomas y licenciaturas. En 1971 nacen la Escuela de Administración y Mercadotecnia del Quindío y la Universidad La Gran Colombia con programas en los campos del derecho y de las ciencias económicas y administrativas, ofreciendo nuevas alternativas de estudio para que la juventud quindiana no se viera obligada a tener que estudiar en otras ciudades.

Sin embargo, los programas académicos ofrecidos, salvo contadas excepciones, no respondieron a las necesidades de un sector productivo concentrado en actividades agropecuarias, razón que influyó para que nuestra agricultura no avanzara hacia la tecnificación y a los cultivos de precisión, que la caficultura se quedara sumida en una crisis no superada de más de dos décadas, que la agroindustria no hubiera sido una alternativa de generación de valor agregado y que el concepto de  agronegocios no se hubiera desarrollado entre nosotros.

Ahora, cuando estamos próximos a cumplir 50 años de vida departamental, tenemos más universidades y una variada oferta de programas de pregrado y postgrado, pero continuamos con pocos programas orientados a los agronegocios, renglón responsable de más del 90% de nuestras exportaciones.

Entonces vale preguntarnos: ¿cuál será el Quindío productivo de los próximos 50 años? ¿Queremos impulsar un sector agrícola articulado con procesos agroindustriales y tecnología de punta o nos la jugamos con la manufactura, servicios logísticos, tecnología de las comunicaciones y turismo? ¿Conocemos los sectores emergentes promisorios para el departamento? Cualquiera que sea la respuesta, requiere de un gran compromiso con visión de largo plazo de parte de nuestras universidades.


Aquí no podemos contratar entrenadores y jugadores como hacen los equipos de futbol para que jueguen el partido que nosotros debemos jugar. Aquí solo tenemos la opción de preparar, con los mejores estándares de calidad educativa, a nuestros jóvenes  y empresarios para que se apropien del conocimiento y la innovación con el fin de transformar los sectores productivos, competir en los mercados nacionales e internacionales, crear empresas, empleo y riqueza, y mejora la calidad de vida de la población.