Urbanización pero con industrialización

Armando Rodríguez Jaramillo
Armenia (Quindío - Colombia), 20 de noviembre de 2013

La dinámica poblacional de Armenia ha estado determinada fundamentalmente por dos aspectos: su rápido crecimiento y su concentración en el área urbana, situaciones que originan grandes retos para el desarrollo municipal.

Según información del DANE, en 1938, casi medio siglo después de su fundación, la ciudad pasó de ser una incipiente aldea a tener 50.833 habitantes, ganando en promedio algo así como un mil habitantes por año. A partir de esa fecha el crecimiento intercensal de la población fue  extraordinario: 55,6% entre 1938 y 1951;  75% entre 1951 y 1964; 16% entre 1964 y 1973; 31% entre 1973 y 1985; 20,1% entre 1985 y 1994; y 11,4% entre 1994 y 2005.

Pero Armenia no solamente tuvo esta eclosión de población, sino que sus habitantes poco a poco fueron dejando la zona rural para migrar a la ciudad, proceso que la convirtió en el principal núcleo urbano del sur del entonces departamento de  Caldas, lo que a su vez terminó por atraer más población de municipios vecinos, al punto que hoy viven en la cabecera urbana la friolera del 98,3% de los 293 mil habitantes (2013), conservando tan solo el 2,7% de población rural.

Este crecimiento poblacional concentrado en el área urbana obedeció, entre varios factores, al desplazamiento forzado de campesinos (originado inicialmente por la violencia política en los años cincuenta y sesenta, y luego por la presencia guerrillera en la cordillera), al abandono de siempre del sector rural y al atractivo de la vida urbana.

De otra parte, la información sobre la estructura económica da cuenta que en 2011 el 61,3% del PIB del Quindío correspondió al sector servicios (comercio, hoteles y restaurantes, sector financiero, y servicios sociales y personales), 15,9% al sector agropecuario y 13,1% a la construcción, quedando relegada la industria manufacturera a tan solo el 7,5%.

En consecuencia, el alto crecimiento poblacional y su prematura urbanización, en medio de una economía agrupada en los servicios con una industria incipiente y de bajo peso, produjo que la ciudad no estuviera preparada para albergar y dar alternativas de trabajo a la gran masa de personas que migraron a ella, lo que en la práctica provocó una gran explosión de la informalidad en la oferta de servicios de baja productividad que genera exclusión, bajos ingresos per cápita y deficiente calidad de vida. Esta realidad permite concluir que si queremos superar los problemas de desempleo y bajos ingresos que tiene la ciudad, debemos adoptar verdaderas políticas que estimulen la creación y desarrollo de industria manufacturera para tener una economía más sólida y equilibrada sobre la cual podamos crear prosperidad y bienestar.