«Entiendo que no me corresponde reformar el
pasado, sino empeñarme en las expectativas del futuro de nuestra ciudad. No
pretendo conducir la ciudad mirando por el espejo retrovisor, sino por la
espaciosa panorámica de su futuro».
El pasado 6 de septiembre falleció César Hoyos Salazar, ciudadano íntegro y ejemplar comprometido con Armenia y el Quindío, y digo ciudadano porque serlo significa hacer parte de una comunidad. Es tener derechos y deberes, y también la responsabilidad de participar en los destinos de la sociedad a la que pertenece. Esto implica traspasar de lo individual a la esfera de lo público para pensar y actuar en pos del progreso y el bienestar colectivos con el foco puesto interés público. Esto lo predicaba y practicaba el ciudadano César, por eso su lema como mandatario fue CIUDADANO ALCALDE, dos palabras con las que quiso decir que su objetivo era «incorporar el ciudadano a la administración de su ciudad. Que cada ciudadano sienta y cumpla el compromiso con su ciudad, que se vincule a las tareas que determinan su desarrollo. El Alcalde es un intérprete y coordinador de la acción ciudadana».
La cita anterior la tomé del discurso que pronunció Hoyos Salazar al posesionarse como alcalde de Armenia el primero de junio de 1990, texto publicado en El Quindiano el pasado 10 de septiembre y que deberían leer todos los candidatos a gobernación y alcaldías, y luego releer aquellos que ganen las elecciones, pues allí encontrarán principios para el político, el gobernante y el ciudadano. Al inicio de su discurso hace un examen sobre la crisis de la justicia y plantea que esta no es de responsabilidad única de los jueces: «Ni la ley, ni los jueces pueden por sí solos hacer virtuosos a los hombres. Tampoco puede responsabilizarse a los jueces de la injusticia que vive el país. Quizás lo justo sea asumir todos su cuota de responsabilidad en esta crisis. Nos hemos ido acostumbrado a creer que ser buenos es no participar en el mal, cuando la verdadera bondad está es en hacer el bien», y termina señalando que «la paz no es lo contrario de la guerra, sino una nueva forma de lucha; la lucha contra la injusticia».
En cuando a la administración pública que recibió, no quiso iniciar su mandato relacionando los problemas que recibía, así como tampoco responsabilizó a sus antecesores de los males del municipio. ¡No! César Hoyos nos dijo sabiamente que: «Entiendo que no me corresponde reformar el pasado, sino empeñarme en las expectativas del futuro de nuestra ciudad. No pretendo conducir la ciudad mirando por el espejo retrovisor, sino por la espaciosa panorámica de su futuro».
También hizo referencia a cómo los dirigentes políticos de entonces interpretaron «cabalmente la posición de independiente del Alcalde, dando una elocuente lección de su sincero compromiso con el “cambio” de las costumbres políticas que reclama Colombia. Este es un gesto ejemplar, que demuestra la disposición de servir los más altos intereses de la comunidad», postura que falta hace en la política presente en la que es común que los gobernantes tengan candidato propio y que sus independencias sea vean constreñidas por estar hipotecados moralmente a los mecenas que financiaron sus campañas políticas.
Un aspecto para tener en cuenta es que por los años de la alcaldía de César Hoyos no existía la obligación normativa de formular y ejecutar un plan de desarrollo, lo cual dejaba la planeación del municipio sujeta a cierta incertidumbre. Recordemos que en 1990 el país se hallaba en la consulta para convocar a la Asamblea Nacional Constituyente que redactaría la nueva Carta Magna de Colombia, reforma que incluyó en el artículo 339 que las entidades territoriales elaborarán y adoptarán planes de desarrollo con el objeto de asegurar el uso eficiente de sus recursos y el desempeño adecuado de las funciones, artículo que fue reglamentado por la Ley 152 de 1994 o Ley Orgánica del Plan de Desarrollo. No obstante, en un acto de responsabilidad y sensatez política, al posesionarse indicó que «Armenia invirtió hace pocos años una apreciable suma de dinero y de tiempo en la confección del llamado PLAN INTEGRAL DE DESARROLLO - P.I.D.A.» Y también señala, que su antecesor, Fabio Arias Vélez, «se ocupó en la elaboración del bautizado PLAN ARMENIA CENTENARIO. Esos planes incluyen obras y acciones, muchas aún no ejecutadas y otras inconclusas. Estimo más sensato revisarlos y actualizarlos que reincidir en la formulación de un nuevo plan». De ahí que su pensamiento era el de construir sobre lo construido y el de concluir lo empezado sin caer en el complejo de Adán adoptado por muchos alcaldes que piensan que el municipio empieza con ellos y que hacen a un lado los proyectos de administraciones anteriores. Sobre esto hay ejemplos de obras inconclusas por doquier que los armenios conocemos.
De otra parte, con visión futurista, no dijo que estaba «Convencido […] de la conveniencia e importancia de la participación ciudadana en el diseño y construcción de la ciudad que soñamos para asomarnos al próximo milenio», para lo cual convocó a las organizaciones políticas, y a las entidades públicas, privadas y comunitarias, así como a la ciudadanía en general, a contribuir con su pensamiento y su acción en el «gran propósito de forjar una ciudad que posibilite el pleno desarrollo humano. Una ciudad donde la vida se reconozca y defienda como valor fundamental». Para mantener vigente y vigoroso este propósito, dijo: «acordé con la Federación Nacional y el Comité Departamental de Cafeteros asignarle el nombre de PARQUE DE LA VIDA, al que dicha entidad ha de construir sobre los terrenos del antiguo ancianato, y cuyos trabajos comenzarán hoy».
Al final remata su discurso con un llamado cívico: «La ciudad no comienza hoy ni terminará el 31 de mayo de 1992. Me corresponde dirigir una etapa de su historia. La marcha continúa, os invito a apurar el paso...»
Colofón: El discurso de posesión del César Hoyos Salazar y su trayectoria como funcionario público y ciudadano ejemplar, se erigen hoy como un referente político y cívico en una ciudad y un departamento que, como lo escribí hace poco, transita por décadas grises de su historia.
Para terminar, recuerdo la primera vez que hablé con César Hoyos Salazar. Fue poco después de ganar las elecciones de 1992, cuando me invitó a coordinar la comisión de medio ambiente, una de las catorce comisiones de empalme que convocó. En ese momento era presidente del Cabildo Verde de Armenia y con entusiasmo me di a la tarea de cumplir con el compromiso encomendado. Luego, nos encontramos en varias oportunidades en las que siempre hizo gala de su amena conversación y fino humor. La última vez que hablamos, hace cerca de una década, fue cuando atendí su amable invitación a almorzar, momento en el que compartirnos ideas, propuestas y sueños de ciudad y de región.
¡Gracias
ciudadano César!
Armando
Rodríguez Jaramillo
Correo: arjquindio@gmail.com / X: @ArmandoQuindio /
www.quindiopolis.co
2 Comentarios
CÉSAR HOYOS SALAZAR UN CABALLERO CIUDADANO
ResponderBorrarCésar Hoyos nos dejó un enorme legado sobre la forma de entender el ejercicio de lo público y la ética al momento de gobernar. Gracias por su opnión.
Borrar