De los programas de gobierno a los programas de futuro


«¿Qué nos impide construir y acordar una visión de futuro, por ejemplo, al 2036, cuando el Quindío cumple su septuagésimo aniversario de creación?»


La nuestra es una democracia de voto programático que está definido en el artículo primero de la Ley 131 de 1994 como «[…] el mecanismo de participación mediante el cual los ciudadanos que votan para elegir gobernadores y alcaldes imponen como mandato al elegido el cumplimiento del programa de gobierno que haya presentado como parte integral en la inscripción de su candidatura […]». Esto nos dice, en el marco de una verdadera cultura democrática, que los ciudadanos deberían conocer, antes de decidir por quién votar, los programas de gobierno de los candidatos. Pero en la práctica, son muchos los que definen sus preferencias electorales sin estar al tanto de los programas de marras.

Ahora bien, el calendario electoral para las elecciones de 2023 publicado por la Registraduría Nacional del Estado Civil determina que la inscripción de candidatos a gobernadores y alcaldes inició el 29 de junio y va hasta el 29 de julio, lapso durante el cual la mayoría de los interesados están, o han estado, ocupados en conseguir avales de partidos o movimientos políticos, lo que achica el tiempo disponible para estructurar programas de gobierno serios y consistentes. Otra cosa sería que los partidos políticos tuvieran propuestas de desarrollo para las entidades territoriales y con base en ellas seleccionaran al candidato con mayores capacidades para ejecutarlas. Sin embargo, la realidad es otra, pues por lo general los partidos carecen de estos planteamientos y los avales se entregan a quienes tienen mayores habilidades de hacer lobby. Por consiguiente, para elaborar un buen programa de gobierno, y uno malo también, se dispone de poco tiempo, labor que con frecuencia queda en manos del candidato y de sus más cercanos colaboradores, por lo que el fundamento del voto programático se debilita y la visión del territorio se les entrega a unos pocos.

Más otro gallo cantaría si fuéramos proclives a pensar en el futuro del Quindío. Sería atrevernos a soñar en lo que podríamos ser si aprovecháramos el potencial de este territorio, las oportunidades que nos brinda y la capacidad que tenemos como grupo humano para innovar y hacer realidad nuestros sueños y anhelos. Pero esto requiere de ejercicios de prospectiva, de imaginar futuros deseables y factibles con horizonte de tiempo definido, y de tener acuerdos colectivos para sacarlos adelante. De proceder así, los candidatos enfocarían sus programas de gobierno en cómo hacer realidad el futuro deseado y los ciudadanos votarían por la mejor oferta para lograrlo.

Pero mientras que a los quindianos nos cuesta hacer ejercicios de prospectiva, otros departamentos han definido su enfoque de futuro, situación que me da envidia de la buena, me refiero a la envidia sana, esa que se caracteriza porque quien manifiesta este sentimiento cree que el otro merece lo que tiene y que cada uno es capaz de lograr lo que desea. De ahí que vea con admiración que en departamentos como Antioquia el Consejo Rector de la Agenda Antioquia 2040 haya refrendado su nueva visión de futuro que contiene la hoja de ruta a seguir desde todos los escenarios para alcanzar el lugar soñado por sus habitantes. De igual forma, en Tolima se avanza en la construcción de la Visión Tolima 2050 con diferentes espacios de pensamiento y análisis que buscan por medio de ejercicios de prospectiva, la exploración de un futuro deseable sobre la visión que se pretende para el desarrollo del departamento. Risaralda no se queda atrás, y hace poco inició el proceso de seguimiento al documento de prospectiva del departamento denominado Visión 2032 construido en 2011 y que permitirá conocer el avance de la visión y las recomendaciones para definir posibles ajustes a implementar acuerdos. Y culmino este paneo con el Pacto Territorial por la Visión de Santander al 2030 y la Visión Valle del Cauca 2032.

Es evidente que otros han tomado delantera porque asumieron la decisión de mirar hacia el mañana a través de la prospectiva.  Entonces, ¿qué nos impide construir y acordar una visión de futuro, por ejemplo, al 2036, cuando el Quindío cumple su septuagésimo aniversario de creación? Si lo hiciéramos tendríamos una hoja de ruta para desarrollar este territorio y cambiar el presente que nos atrapa, objetivo que demandaría un nuevo modelo político basado en el interés público y un mayor sentido de pertenencia alrededor de la quindianidad.

 Nota: Imagen tomada de Pixabay


Armando Rodríguez Jaramillo

Correo: arjquindio@gmail.com   /   Twitter: @ArmandoQuindio   /   www.quindiopolis.co

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2 Comentarios

  1. EL QUINDIO ES UN PARAISO, BELLEZA, Y FORTALEZA, VALORES HUMANOS, ACADEMICOS Y NATURALES. PRODUCE GRIMA SU PRESENTE Y SU FUTURO POR LA MEDIOCRIDAD DE SUS LÍDERES Y GOBERNANTES. NO HAY OPCIÓN

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