La biblioteca pública debería ser un propósito superior

 

«Proyectos como el de la biblioteca pública tienen el potencial de reiniciar una nueva era de civismo y volver a pensar en grande».


En Armenia llevamos cerca de medio siglo pensando en una biblioteca pública, y aunque han existido valiosas iniciativas de algunos gobiernos, grupos y gestores culturales, entidades privadas y líderes cívicos que se quedaron en el camino, no está de menos insistir en proyectos culturales de esta naturaleza.

Quise consultar por el promedio de libros leídos por persona, pero la información disponible es imprecisa. Por ejemplo, en la web del DANE solo hallé la Encuesta Nacional de Lectura (ENLEC) de 2018 que dice que en el país el promedio de libros leídos en los últimos 12 meses por persona fue de 5,1 libros, encuesta en la que Armenia ocupó el puesto 25 entre las 32 ciudades capitales con un promedio anual de 4 libros por persona (Medellín fue primera con 6,8). Sin embargo, en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBO) 2023 se dijo que los colombianos leíamos en promedio 2,5 libros por año. Por su parte, la Encuesta de percepción ciudadana 2023 de Armenia cómo vamos indicó que el promedio de libros leídos por los armenios en 2022 fue de 5,1; en cuanto a la pregunta ¿en qué actividades culturales participaron en 2022?, el 51% respondió que ninguna, el 25% que ir a cine y sólo un 17% dijo leer libros. Estas estadísticas distan mucho de las que citan fuentes internacionales que ubican a Colombia con un promedio anual de 1,9 libros leídos por habitante, muy por debajo de países como Canadá, Francia y Estados Unidos con 17, 17 y 12 libros respectivamente.

Este panorama es peor ante la baja comprensión lectora de buena parte de la población y el analfabetismo funcional que muchos padecen y que les impide progresar y acceder a mejores oportunidades laborales y de bienestar, esto sin reparar en las deficiencias del dominio oral y escrito de la lengua que afecta la capacidad de expresión y el pensamiento crítico.

No obstante, para una sociedad que tanto anhela tener una biblioteca pública siempre habrá momentos en que los astros se alinean. Y es que ahora el proyecto de Biblioteca Pública Departamental está en la Ley del Cincuentenario o Ley 1803 del 01 de agosto de 2016 con la cual la Nación se asoció a la conmemoración de los cincuenta años de vida del departamento del Quindío y porque, además, luego de que la Academia de Historia del Quindío -AHQ- presentara el proyecto a la Alianza por el Quindío y a los Diálogos Vinculantes a final de 2022, éste fue incluido en el Plan Nacional de Desarrollo 2022 – 2026 «Colombia potencia mundial de la vida» lo que abre la posibilidad de financiación del presupuesto nacional para su materialización.

 

«El alcalde anunció su decisión de que la biblioteca pública departamental, y también un teatro municipal, se construyan en el parque de La Vida».


Esto motivó a que en los últimos meses la AHQ se reuniera en varias oportunidades con el alcalde José Manuel Ríos Morales para proponerle el proyecto y solicitar un lote dónde construir una biblioteca pública que le sirva a Armenia y al Quindío, propósito con el que se comprometió el mandatario sin vacilaciones. Fruto de esto, y luego de varias reuniones, el pasado 10 de junio el alcalde Ríos Morales, la SMP y la AHQ se encontraron en el parque de La Vida, sitio donde el gobernante anunció su decisión de que la biblioteca pública departamental, y también un teatro municipal, se construyan en ese maravilloso entorno natural.

Ahora vendrá un largo recorrido con consultas a grupos de interés, la formalización de los requisitos y requerimientos normativos y jurídicos, la realización de diseños y estudios, la gestión de recursos del presupuesto nacional, la identificación de otras fuentes de financiación y de aliados públicos y privados, la construcción y el modelo de funcionamiento y sostenibilidad.

Sin embargo, el reto es grande porque proyectos de estas características requerirán de especialistas en bibliotecas y en planeación urbana que determinen el lugar apropiado dentro del parque, de un diseño armónico que incluya los espacios públicos y naturales que integraría, de la gestión de los permisos y licencias necesarios incluyendo lo relativo al POT y posibles equipamientos con criterio metropolitano. También será relevante consultar las necesidades de la cultura y el sistema educativo para determinar la posible inclusión de otras manifestaciones como la pintura, la escultura, el teatro y la música.

En todo caso, debemos escapar de las trampas de la complejidad, pues cada que pensamos en hacer obras de envergadura los debates insulsos vuelven confusas nuestras comunicaciones y perdemos el foco de lo que realmente es importante para la sociedad. Difícilmente estaremos todos de acuerdo (recuerdo que en los años sesenta había quindianos que disentían del propósito de crear el departamento del Quindío), pero es hora de desempantanar proyectos que llevan décadas en el querer colectivo sin concretarse. Hay un proverbio, ejemplo de pragmatismo político, atribuido al estadista chino Deng Xiaoping que reza: «No importa que el gato sea blanco o negro, siempre y cuando cace ratones».

Imaginemos un centro cultural dotado de biblioteca con espacios para colecciones bibliográficas y audiovisuales, con hemeroteca y salas de arte, de historia, de exposiciones y de conciertos entre otros servicios, así como un teatro municipal multifuncional. Un lugar donde los quindianos de todas las edades y condiciones sociales puedan satisfacer sus necesidades de consulta, de investigación, de educación, de cultura y de ocio útil. Proyectos de estas dimensiones constituyen propósitos superiores que deben estar por encima de rencillas políticas y de intereses particulares, iniciativas que deben hacer parte de los próximos planes de planes de desarrollo del Departamento y Armenia sin importar quienes ganen las elecciones. Estos objetivos requieren de la conjunción de voluntades y del compromiso de gobiernos, de gremios y empresarios, del sistema educativo y las universidades, de organizaciones culturales y cívicas, de intelectuales y líderes sociales, de medios de comunicación y de la ciudadanía en general.

  

«Proyectos de estas dimensiones constituyen propósitos superiores que deben estar por encima de rencillas políticas y de intereses particulares».


Antes que llegaran los tiempos de la fragmentación de los compromisos colectivos y que la cultura ciudadana entrara en hibernación, esta ciudad presenció numerosas expresiones de civismo con las que se hicieron iglesias, teatros, parques, escuelas y colegios, estadios, plazas de mercado, avenidas y muchas otras obras, todas ellas impulsadas por el sentido de pertenencia, el amor por la ciudad, la prevalencia del interés público sobre el particular, el anhelo de bienestar y el ejercicio de la política entendido como servicio. Pero, sobre todo, gracias a la entrega de hombre y mujeres que lo dieron todo a cambio de nada. Estoy convencido que proyectos como el de la biblioteca pública tienen el potencial de reiniciar una nueva era de civismo y volver a pensar en grande.

Para finalizar, quiero citar al filósofo italiano Nuccio Ordine (1958-2023), fallecido el pasado 10 junio, que en mayo recibió el Premio Princesa de Asturias de Comunicaciones y Humanidades en España. Ordine participó en la Feria Internacional del Libro de Bogotá 2023 y allí pronunció las siguientes palabras:


«Me gustaría que todos los jóvenes en Colombia y en el mundo entero salieran a la calle para convertirse en traficantes de belleza, en traficantes de libros, en traficantes de cultura, en traficantes de justicia, en traficantes de amor, en traficantes de paz, en traficantes de solidaridad humana. Y precisamente en defensa de estos valores que contribuyen a hacer más humana la humanidad».

A lo que le agregaría que me gustaría que los armenios nos volviéramos traficantes de civismo.

 

Armando Rodríguez Jaramillo

arjquindio@gmail.com   /   @ArmandoQuindio  /  www.quindiopolis.co

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