Hay que concientizarnos de lo que podemos perder por nuestra dificultad de mirar al futuro y tomar decisiones colectivas.
Las trágicas consecuencias y devastadores efectos de la pandemia sobre la economía y el bienestar deberían motivar cambios en nuestra sociedad y modelo de desarrollo. Nunca como ahora los gobiernos, la dirigencia pública y privada, los líderes políticos, la academia, los intelectuales y ciudadanía en general han tenido ante sí el desafío de transformar las estructuras sociales y económicas del departamento.
Esto supone mirar al mundo para ver
lo que pasa en países punteros y aprender de ellos. Es hora de dejar a un lado el
catalejo por el que nos gusta mirar al vecindario para usar un telescopio por
donde otear las nuevas coordenadas de las naciones avanzadas y compararnos con ciudades
y regiones similares, pero de los Estados Unidos, Europa, China, Corea, Japón,
Israel y otros países que hacen parte del centro de gravedad económico,
tecnológico y comercial del planeta. Conocer y comprender lo que sucede en territorios
que usan su inteligencia estratégica para construir sólidas políticas
industriales nos debe servir de referente para formular una agenda de progreso más
ambiciosa a partir de la I+D, la tecnología y la manufactura avanzada.
«Esto supone mirar al mundo para ver lo que pasa en países punteros y aprender de ellos.»
Mientras que otros evolucionan a
velocidades sin precedentes, en Quindío, un pequeño territorio de un país
suramericano, algo no funciona. Asuntos como competitividad e innovación y la
adopción de una estrategia industrial deberían ser prioritarios en la agenda de
gobernantes y dirigentes, ser el foco de la academia, hacer parte de los
debates políticos y tener tribuna en los medios de comunicación. Tuvimos años de
esplendor por la economía del café, vivimos tiempos de euforia cuando nos
convertimos en departamento y nos pensamos jóvenes, ricos y poderosos, formamos
un reconocido capital social en las épocas del civismo que por desgracia se
eclipsó y, como si esto fuera poco, la política no ha sido nuestra mayor
virtud, así que deberíamos concientizarnos de la magnitud del cambio
tecnológico global y de lo que podemos perder por nuestra dificultad de mirar
al futuro y tomar decisiones colectivas.
Voluntad de cambio
No hay duda alguna que podríamos ser una
región líder, pero hay que empezar por cambiar de mentalidad. No comprendo por
qué hizo carrera la idea que el Quindío no debía industrializarse como si esta fuera
una actividad molesta, lo que nos convirtió en un departamento exportador de
café verde de bajo valor agregado y a especializarnos en turismo masivo que pocos
empleos permanentes y de calidad demanda y tanto impacto causa en el
territorio. Así que hay que decidir si seguimos por la línea que traemos o
nos industrializamos con manufactura avanzada en agroindustria y
alimentación especializada, biotecnología, economía circular, infraestructura y
construcción, muebles y hábitat, metalmecánica, automoción, confección y moda, actividades
que se pueden integrar con logística y distribución, movilidad sostenible, contenidos
digitales, TIC y transformación digital, salud y bienestar, ciudades
inteligentes, turismo de experiencias y restauración.
«Hay que priorizar nuestras próximas fuentes de riqueza y definir estrategias para lograrlas.»
Al parecer nos conformamos con un índice de competitividad que en 2020 nos dio una calificación de 5.6 sobre diez y con uno de innovación que en 2019 nos entregó un puntaje de 33,5 sobre cien, resultados modestos que dan cuenta de nuestra realidad. Es necesario reorientar el rumbo y salir de esta pandemia con ganas de innovar y cambiar. Hay que priorizar nuestras próximas fuentes de riqueza y definir estrategias para lograrlas. Debemos formular e implementar una política de desarrollo productivo y robustecer los famélicos presupuestos públicos dedicados a competitividad, innovación y desarrollo económico, es fundamental consolidar clústeres de manufactura avanzada e industria 4.0, es urgente volcar la universidad a las empresas para ajustar programas académicos, orientar líneas de investigación y formar el talento que ellas demandan, es impostergable crear un sistema regional de innovación que sea el motor del cambio, es inaplazable retener y atraer el mejor talento humano.
No podemos seguir permitiendo que el subdesarrollo sea el común denominador pues esto precariza la sociedad. ¿Cuándo vamos a afrontar estos problemas tangibles y enmendables con buenas políticas? Las regiones y países punteros continuaran a su ritmo y no van a esperar a que reaccionemos y tomemos decisiones en términos de economía, tecnología y competitividad, así que no sigamos distraídos en debates insulsos, confiemos en nuestras capacidades y abordemos el tren del progreso, no hay otra alternativa.
¿Y tú que piensas?
Armando Rodríguez Jaramillo
@arj_opina
@quindiopolis
2 Comentarios
“Una cosa piensa el burro y otra el que lo enjalma”
ResponderBorrarAsí es estimado Luis Nevio, pero al final lo importante es que piense.
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