En la última semana de
agosto, por invitación de la Universidad del Quindío, tuvimos entre nosotros al
experto internacional en competitividad Pablo Collazzo, profesor de Economía y
Negocios de la Universidad de Viena (Austria), quién se reunió con directivos y
profesores de diferentes facultades y grupos de investigación de nuestra alma
mater y con integrantes de clústeres locales.
De estas reuniones me quiero
referir a una en particular, esa que congregó a empresarios y a representantes
de la Secretaría de Turismo, Industria y Comercio y la Cámara de Comercio de
Armenia y del Quindío para dialogar sobre los clústeres de cafés especiales,
turismo de experiencia, cueros de alta gama, usabilidad en software, salud
vital y construcción e infraestructura. En
la reunión se habló de cómo operan estas aglomeraciones, bajo qué estrategia
compiten, cuántos empresarios agrupan y cuáles son los principales desafíos que
enfrentan en el inmediato futuro. De igual forma, las entidades señalaron
cómo vienen apoyando estas iniciativas que son una importante apuesta de
desarrollo local que empieza a dar resultados positivos.
Para quienes llevamos años
persistiendo en el propósito de impulsar la competitividad regional mediante el
mejoramiento de las condiciones del entorno y el fortalecimiento de la
productividad y apropiación de la innovación en las empresas, nos emocionó ver congregados por primera vez
a voceros de los seis clústeres citados, a los que pronto se unirán empresarios
de la industria mobiliaria una vez concluya la formulación de la Ruta
Competitiva del Mueble promovida por la Secretaría de Desarrollo Económico de
Armenia y Cámara de Comercio.
El encuentro sirvió para
recibir del Profesor Collazzo comentarios
y reflexiones valiosas que sin duda contribuirán a mejorar lo que venimos
haciendo, habiendo acordado adelantar un ejercicio de identificación de cadenas
de valor y un análisis de la competitividad de los negocios en los que se
participa.
Pero tal vez el mayor
valor agregado de la reunión fue ver a empresarios y funcionarios hablando de
competitividad y clústeres, compartiendo sus experiencias y mejores prácticas
en un improvisado benchmarking, platicando sobre sus retos y rivalidades, y exteriorizando
sus debilidades y fortalezas. Es obvio que estos clústeres están en formación,
y algunos de ellos tan solo en incubación, pero también es evidente que estamos construyendo un lenguaje común en
medio de la diversidad que le apunta al propósito superior de mejorar la
productividad, apropiar la innovación, fortalecer nuestras empresas, generar
empleos de calidad, incrementar ingresos, articularnos a cadenas globales de
valor y, sobre todo, generar progreso y bienestar en la población.
Sin embargo, para
consolidar una verdadera comunidad clúster en el Quindío se precisa de una nueva lógica del desarrollo productivo
local que rompa con lo tradicional, que deje de pensar en plantones y en
exigir ayudas y subsidios para pasar a jugar
en los campos de la productividad y la innovación. Se necesita de una
Comisión Regional de Competitividad visionaria y revestida de ideas disruptivas,
que sin temor a enfrentar lo desconocido, asuma
los desafíos que plantea la cuarta revolución industrial.
Nota: Y si de encargos se
trata, Armenia es una diócesis sin obispo y un municipio sin alcalde.
Armando Rodríguez
Jaramillo
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