Armenios y quindianos deberíamos estar indignados y enojados


Algo está putrefacto
Enojo, ira y enfado vehemente contra sus actos es lo que deberíamos sentir los armenios y quindianos hacia los funcionarios y gobernantes señalados por la procuraduría y fiscalía por corrupción y delitos contra los bienes públicos. Y es que enojo, ira y enfado vehemente son los términos usados por la RAE para definir indignación, y eso es precisamente lo que la mayoría de cuyabros deberíamos expresar.

De mi parte siento indignación no sólo porque permitimos que nuestra ciudad y departamento se convirtieran en algo así como un coto de caza de corruptos e inescrupulosos, sino por la flojera y debilidad de no haber sido capaces como sociedad, heredera de “…una raza altiva de dura cerviz” como lo escribiera el maestro Tomas Calderón en las letras del himno de Armenia, de reaccionar con verraquera ante los yugos que impuso la más rampante politiquería.

No podemos seguir en silencio ante tanta corrupción y desfachatez. ¿De dónde acá se creyeron algunos gobernantes y funcionarios públicos politiqueros que son dueños del erario? ¿Quién les dijo que tenían derecho de embolsillarse los dineros que aportamos los ciudadanos y que deberían ir a inversión en bienestar social y desarrollo local?

La corrupción ha llegado a tales niveles que para qué llorar sobre la leche derramada, lo importante es actuar. Un fragmento de la Biblia en Mateo 13.13 dice: “porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden”, sirve para afirmar que no es posible invertir varios miles de millones de pesos en una campaña para la alcaldía de Armenia o gobernación del Quindío, o incluso para concejos o asamblea, si detrás del que gasta este dinero no subyace la lógica económica de recuperar la inversión realizada. Pues ahí tenemos los resultados en este interminable tiovivo de la política que gira alrededor del negocio de tú me financias yo te contrato.

Pero ¿cómo salir de este atolladero en el que estamos y que se parece cada vez más a un lodazal resbaloso y mal oliente? Si bien no existe fórmula mágica y única, el único camino transitable es empezar por vigilar lo nuestro, concientizarnos que lo que roban los políticos corruptos son los dineros que con tanto esfuerzo pagamos los ciudadanos en impuestos y contribuciones como la valorización para invertir en el progreso la ciudad en que vivimos. Y si es así, ¿entonces por qué permitimos que nos despojen de esta manera y que personas criminales vivan de lo nuestro? ¿por qué se sigue eligiendo a los mismos timadores y no a ciudadanos probos con capacidad de dirigir de forma honesta y confiable nuestra ciudad y sus bienes públicos?

A mi parecer solo tenemos una alternativa posible, y es empezar a actuar de una vez por todas con responsabilidad y madurez ciudadana, en iniciar un proceso de recuperación de nuestra tierra ejerciendo el rechazo social y el castigo electoral con los politicastros que conocemos y sabemos quienes son. ¿No creen que ya es hora de empezar a construir el Quindío y el Armenia del Siglo XXI con una nueva sociedad que se levante cada día hablando de desarrollo, bienestar y calidad de vida?, ¿dónde nuestras familias y nuestros hijos tengan oportunidad de construir sus proyectos de vida sin tener que emigrar de la tierra que los vio nacer?

Por mi parte yo renuncio a ser indiferente con mi ciudad. ¡Hay que reaccionar y actuar! Mi Armenia y mi Quindío no son la finca de unos descarados, deshonestos y corruptos que pensaron que la administración pública era de ellos y que los dineros oficiales son un botín que para engordar sus fortunas personales.

Armando Rodríguez Jaramillo

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