En
los últimos meses han salido algunas publicaciones que dan cuenta cómo evolucionan
los países en materia de competitividad e innovación. Informes como el Anuario
Mundial de Competitividad (IMD) 2016, Índice Mundial de Innovación 2016 y
Reporte Mundial de Competitividad 2016 - 2017 (FEM) dejan ver que mientras
estamos sumergidos hablando y reahablando sobre acuerdos de paz, comisiones
negociadoras, gobierno y oposición, tribunales especiales, derechos humanos, reformas
constitucionales, plebiscito y muchos otras cosas que nos enfrentan a unos con
otros, sin distingo de credo, militancia política, amistad ni familia, el mundo
yira y yira como dice el tango de Enrique Santos Discépolo.
Algún
día de un año de este siglo nos daremos cuenta que nuestro enemigo es la pobreza, que mientras nos enredamos en un
debate político que sólo busca el poder y disertamos sobre lo divino y humano entre
ofensas y agresiones en defensa de la paz (vaya paradoja), hay países concentrados en innovaciones y tecnologías de punta para
la producir bienes y servicios en empresas competitivas que generan riqueza y
empleos de calidad.
Un
país dedicado por décadas a la politiquería y con numerosos conflictos de toda
índole está severamente limitado para avanzar en temas de desarrollo a la
velocidad que lo hacen los que entendieron que el progreso está ligado a la
educación y el conocimiento. No sé para dónde nos conduce esta vorágine, pero es urgente que nuestros dirigentes le
dediquen tiempo y esfuerzos a los asuntos del desarrollo productivo, a la
especialización inteligente de las regiones, al mejoramiento de la educación, a
la apropiación social y empresarial de la innovación, a organizar cadenas de
valor y clústeres regionales, a producir para exporta, en fin, a fortalecer el
tejido empresarial, única forma de crear riqueza y empleo
Hace
un mes Andrés Oppenheimer publicó en el Nuevo Herald el artículo “Colombia: un
país monotemático” en el que opinó sobre el proceso de paz y el plebiscito a
raíz de una entrevista que le hizo al Presidente Santos. En esa ocasión, el
periodista argentino dijo:
“Colombia
debería dejar de ser un país monotemático, y empezar a hablar de otros temas
igualmente importantes, como diversificar su economía y mejorar sus niveles de
educación e innovación. El 83 por ciento de las exportaciones de Colombia son
materias primas.
Y
durante los últimos tres años, el país ha cortado algunos fondos de investigación
y desarrollo. Mientras que Israel y Corea del Sur invierten más del 4 por
ciento de su producto bruto en investigación y desarrollo, Colombia invierte
solamente el 0.2 por ciento.
Por
supuesto, reducir el conflicto armado –no estoy usando la palabra “terminar”,
porque me temo que eso sería demasiado optimista– es importante. Pero
diversificar la economía y mejorar la educación para aumentar sus exportaciones
de productos sofisticados sería tanto o más importante para reducir la pobreza,
y muy pocos están hablando de eso.”
Armando Rodríguez Jaramillo
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