Lo bueno primero


Armando Rodríguez Jaramillo (Armenia - Quindío - Colombia)
 
No sé si los medios de comunicación son el reflejo de las sociedades o las sociedades lo son de sus medios de comunicación, pero sí sé que ellos tienen la finalidad de formar, informar y entretener al público por lo que son organizaciones con responsabilidad social.

Los noticieros, además de enterarnos de lo que pasa, son creadores de conciencia social y formadores de opinión pública, ejerciendo una gran influencia que tiene el potencial de reforzar actitudes y cambios de comportamiento, alterar la escala de valores y creencias colectivas, y crear conductas ciudadanas.

De ahí que surja la pregunta: ¿Quién mide el impacto psicosocial que los medios de comunicación causan sobre la población al entregarle torrentes de noticias en las que priman hechos de corrupción, violencia, asesinatos, torturas, robos, desapariciones, violaciones, terrorismo y muchas cosas que desbordan nuestra capacidad de asombro y asimilación?

No es preciso ser psicólogo ni sociólogo para inferir el impacto que tiene en la psiquis colectiva las noticias negativas que a diario recibimos. Claro que no se trata de ocultar la realidad y esconder la cabeza como lo hace el avestruz bajo el supuesto de que lo que no se ve, no existe; por el contrario, la idea es propiciar una reflexión sobre la salud mental y actitud de los individuos sometidos a esta clase de información.

Una noticia con hechos nocivos, seguida de una y otra más, tienen el potencial de inducir sinergias negativas que pueden llevar a comportamientos anómalos que afecten la convivencia ciudadana y provoquen actos agresivos y delictivos. Entonces, ¿por qué no fomentar sinergias opuestas que privilegien noticias positivas para estimular comportamientos sanos, optimistas y creativos?

De ahí que periodistas, reporteros  y columnistas se deberían esforzar por investigar y hallar eventos positivos que les quiten protagonismo a los delincuentes y violentos con el fin de lograr un equilibrio entre la crónica roja y amarillista, y aquella que registra sucesos que construyen comunidad y país.

Hay que sacar del anonimato a las personas que lideran procesos de innovación social, campesinos que con dedicación contribuyen a la seguridad alimentaria, ambientalistas que luchan por la conservación de los ecosistemas, profesores que ensayan pedagogías para educar mejor a los jóvenes, emprendedores que generan nuevos negocios, empresarios que se la juegan por producir y generar empleo,  médicos que salvan vidas sin descanso, investigadores que con disciplina aportan conocimientos, mujeres luchadoras que sacan sus familias adelante, músicos y artistas que hacen cultura e innovadores que propician bienestar.

Estoy seguro que si las noticias del día a día se impregnan de entrevistas que hablen de las cosas buenas que hace la gente buena, que si nuestros comunicadores se dejan seducir por crónicas constructivas, narrativas creativas y palabras estimulantes, empezaríamos a construir un cambio de actitud para que colectiva e individualmente actuemos y pensemos movidos por el optimismo y el deseo de salir adelante.

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