Armando Rodríguez Jaramillo (Armenia - Quindío)
Una respuesta directa a la pregunta:
¿qué es la verdad?, sería que es lo opuesto a la mentira, respuesta que pocos refutarían.
Ahora bien, si partimos que la definición de mentira es una declaración
realizada por una persona que pretende ocultar la realidad de forma parcial o
total, estamos aceptando que la mentira tiene la intención de engañar al
oyente, lo que nos lleva al plano del embuste, de la falsedad. De allí que cualidades
del hombre como la imaginación, la
fantasía y la ficción, que utilizan las palabras para crear múltiples
significados e interpretaciones de la realidad, no deben ser consideradas como mentiras
por cuanto su intención no es hacer el mal, es la de expresar de forma diferente
lo que existe haciendo uso de la versatilidad mental, sin que necesariamente tengan
como finalidad el engaño.
No obstante, unas son las verdades
que como individuos percibimos y que en buena medida dependen del contexto
cultural, del uso de lenguaje, de la particular forma de ver el entorno y de la
acumulación de conocimientos, y otra la verdad que persigue la ciencia
entendida como el conjunto ordenado de conocimientos estructurados de forma
sistemática mediante la consideración de hechos objetivos, observables y
verificables, para lo cual se establecen criterios de verdad en el marco de un
método de investigación.
Pero el conocimiento científico,
así como se fundamenta en conocimientos heredados, también requiere de
múltiples perspectivas y miradas de diferentes ángulos y múltiples disciplinas
con el fin de lograr una comprensión integral de la realidad, lo que conlleva a
aseverar que el avance científico es más
completo si se hace desde el trabajo en equipo y no de manera aislada.
Teniendo en cuenta que la naturaleza
humana nos imprime emociones, sentimientos, creencias y miedos, cualidades que nos
conducen a la subjetividad al querer conocer la verdad, es procedente apoyarnos en los modelos y técnicas del método científico
con el fin de generar conocimiento con criterios objetivos.
Lo argumentado muestra que hay
verdades distintas a las nuestras y que esta diversidad probablemente nace de
la forma como adquirimos el conocimiento y de la percepción que tenemos de la
realidad. De ahí que nuestras verdades
no son completamente objetivas ni subjetivas, son verdades relativas con un
cierto grado de validez.
Pongo por caso, a manera de
ejemplo, la descripción del vaso que contiene agua hasta la mitad: Un observador
diría que el vaso está medio vacío y otro que está medio lleno. Sin duda alguna
a ambos les asiste la razón, pero son respuestas
subjetivas por cuanto el primero se fundamenta en una percepción pesimista al
darle más peso a lo que falta para que el vaso esté lleno y el segundo se funda
en una visión optimista al resaltar lo que tiene y no lo que falta. También hay
la posibilidad que un tercer observador, de forma objetiva, diga que ve un recipiente de vidrio que contiene agua al
50% de su volumen.
Pero además puede existir un cuarto
observador, que igualmente objetivo y con evidencia adicional, afirme que el
vaso contiene dos substancias: 50% corresponde a un líquido llamado agua que se
compone de moléculas de H2O; el 50% restante es una mezcla de gases llamada aíre conformado
por nitrógeno (78%), oxígeno (21%), vapor de agua (1 – 7%) y otras sustancias
(1%), lo cual indicaría que no todo lo
que perciben los sentidos es lo que existe, descripción que se aproximaría
más a la verdad ontológica que a la epistemológica.
Las cuatro respuestas tiene validez:
las dos primeras son subjetivas, la
tercera es objetiva pero no recoge toda la realidad, pero la última nos aproxima
a la verdad científica.