Estado en el que se encuentra el panteón de Jesús María Ocampo, fundador de Armenia. Su tumba está rodeada de casetas por decisión de la alcaldía municipal |
Hubo una Armenia en la que en sus colegios se formaban ciudadanos, en
la que sus dirigentes se preocupaban por el interés público, una ciudad con organizaciones
adalides del civismo. Esa fue la Armenia que nos legó el parque de Los
Fundadores construido con motivo de los 75 años de su fundación, lugar donde se
encuentran monumento como el Tronco y el Hacha del escultor Roberto Henao
Buriticá, el panteón a Jesús María Ocampo fundador de la ciudad, amén de la
plazoleta donde se posesionó en 1966 Ancízar López López como primer gobernador
del Quindío.
Pero como dejamos de lado el civismo, hoy nos cuesta mucho comprender qué
representan nuestras esculturas, monumentos y lugares históricos, por lo que
tal vez no las queremos ni apreciamos y hasta las tratamos con indiferencia y
desprecio.
Considero que es por esto que se entrega a empresas como Club Colombia el
parque de Los Fundadores para que se lucre de nuestros sitios históricos
poniendo allí casetas y ventas de cerveza durante las fiestas de la ciudad. Lo
paradójico es que este despropósito se haga a través de la Corporación de
Cultura y Turismo que debería estar encargada de promover y preservar la
cultura local.
La carta que la Alcaldesa le dirigió a la Academia de Historia del
Quindío ante su petición de erradicar del citado parque este tipo de celebraciones
está llena de buenas intenciones. Manifiesta la mandataria su preocupación por el
deterioro de los monumentos, la necesidad de recuperar los valores culturales e
históricos y los espacios públicos concebidos para su preservación, garantizar
que el parque no se vuelva a prestar para actividades que lo deterioran y alteren
la tranquilidad y sana convivencia y la firma de un pacto ciudadano que le propuso
la Academia para su conservación y protección.
De todas formas, cómo ignorar que por tercer año esta administración le
entrega el parque a una empresa cervecera para su usufructo. Hace un año la
Academia y varios ciudadanos nos pronunciamos por el atropello que allí se cometía
contra el patrimonio colectivo, recibiendo una lacónica carta de Corpocultura donde
dice que con los ingresos que deje el contrato se repararan los monumentos
deteriorados.
Ahora la Alcaldía anuncia que después de las fiestas de octubre se
invertirán 330 millones de pesos en la remodelación de parque para honrar los
símbolos de la ciudad. Curiosa lógica: primero entrega espacios patrimoniales
de la ciudad a particulares y luego anuncia inversiones con recursos públicos
para recuperar lo que permitió que se dañara.
Ahora bien, si en gracia de discusión aceptamos que se tiene un
proyecto de remodelación, es relevante considerar que estas intervenciones se
deben hacer teniendo en cuenta su diseño original, su simbología, monumentos
que alberga y hechos históricos que allí sucedieron, de ahí que pretender que la
plazoleta donde inició su vida político administrativa el Quindío con la posesión
de su primer gobernador en 1966 se convierta en mall de comidas rápidas al estilo
de los que hay en los centros comerciales, es una afrenta a la historia del
Quindío.