La lectura es la forma universal de crear
cultura. Es una actividad exclusiva de los seres humanos a través de la cual recibimos conocimiento y que demanda atención,
compromiso y raciocinio.
La lectura estimula la imaginación,
invita a la reflexión, nos permite disfrutar y entrar en contacto con nuestra
lengua, sirve para ampliar la visión del mundo, crea nuevos universos, nos
mejora la ortografía y nos enriquece en palabras. La lectura es cultura y la cultura es lectura.
Sin embargo, las estadísticas muestran
que en promedio en un año cada colombiano
lee 2,2 libros, cifra realmente baja con relación Argentina y Chile que
tienen índices de lectura de 4,6 y 5,4 libros por habitante respectivamente,
esto sin compararnos con España, país que llega a 10,3 libros por individuo.
En cuanto al tamaño e importancia de las
bibliotecas, Colombia tampoco presenta estadísticas favorables. Mientras que las
bibliotecas de Bogotá como la Luis Ángel Arango del Banco de la República, la
Biblioteca Nacional, las 17 que hacen parte de la Red Capital de Bibliotecas y
las de las universitarias suman en total un poco más de 4,5 millones de volúmenes, otras similares en su género en
diferentes países superan con creces esta cifra. Veamos algunas estadísticas
que confirman lo dicho:
Bibliotecas
|
Volúmenes
|
Biblioteca Vaticana.
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1.600.000
|
Biblioteca Nacional de Francia.
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13.000.000
|
Biblioteca de la Universidad de
Harvard.
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15.000.000
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Biblioteca del Estado Ruso.
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17.000.000
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Biblioteca Nacional de China.
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23.000.000
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Biblioteca Pública de Nueva York.
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20.000.000
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Biblioteca Nacional de España.
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28.000.000
|
Biblioteca Nacional del Reino Unido.
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150.000.000
|
Biblioteca del Congreso de los Estados
Unidos.
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138.000.000
|
Es evidente que hay una relación directamente proporcional entre el grado de cultura y las ciudades donde hay bibliotecas, instituciones que no sólo sirven de repositorios de libros, sino que a su vez albergan importantes colecciones de periódicos, revistas, manuscritos, documentos legales, microfilm, películas, grabaciones, colección de fotografías, etc.
Pero si Bogotá, con toda su
infraestructura de bibliotecas llega a una colección de 4,5 millones de libros,
¿qué podríamos decir de la cultura en ciudades
como Armenia que tiene una limitada oferta de estos establecimientos que se
concentra en las de la Sociedad de Mejoras Públicas, Museo Quimbaya del Banco
de la República, Comfenalco, las universidades locales y colegios de la ciudad?
Estas cifras deberían ser conocidas y valoradas por
los gobiernos territoriales para que se concienticen de la necesidad de
promover la construcción y dotación de bibliotecas e incentivar la lectura en
la población, con lo que se contribuiría de forma significativa a la generación
de una nueva sociedad fundada en la cultura y el conocimiento.