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Sellamiento del mausoleo de Jesús María Ocampo "Tigreros" y Arsenia Cardona de Ocampo el 14 de octubre de 1998 |
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Estado en el que se encuentra el mausoleo de Jesús Maria Ocampo "Tigreros" y Arsenia Cardona de Ocampo con motivo de la celebración de las festividades aniversarias de la ciudad en 2013 |
Armando Rodríguez Jaramillo
Armenia (Quindío-Colombia), 9 de octubre de 2013
El 14 de octubre no es una fecha cualquiera para los armenios, es el día del aniversario de su ciudad que llega a 124 años de vida. Para sentirlo es fundamental ser cuyabro, querer y honrar la tierra donde se nació y, por sobre todo, respetar las tradiciones. Cuando los dirigentes no aprecian sus símbolos y su cultura, y cuando a su pueblo el sistema educativo escolar no le enseñó sobre sus ancestros, las sociedades caen en un limbo en el que cualquier rumba ruidosa es buena para celebrar el aniversario de su ciudad, pues esto requiere poca imaginación y mucho desconocimiento histórico.
El parque de Los Fundadores, construido para conmemorar los
75 años de vida de Armenia en 1964, es el epicentro por excelencia de los iconos
de la fundación de la ciudad. Allí se encuentra la escultura insignia del tronco
y el hacha del maestro Roberto Henao Buriticá, el monumento a la junta fundadora,
el mausoleo de Jesús María Ocampo y su esposa Arsenia Cardona de Ocampo y la
placa conmemorativa de los 30 años del departamento, lugar donde tomó posesión
el primer gobernador del Quindío, Ancízar López López, ante el presidente Guillermo
León Valencia en 1966.
Hoy todo es anarquía e indiferencia. Los símbolos de Armenia
están pintados con grotescos grafitis, son usados como orinales, a ellos se
sube el que quiera y sus placas han sido robadas. Y lo que es peor, a la
Administración Municipal se le ocurrió que este sitio sagrado y representativo de
los armenios era el lugar preciso para entronizar el consumo de licor y
estridentes jolgorios, acorralando los emblemas de la ciudad en medio de neveras,
mesas, carpas y casetas de ventas de licor de una marca cervecera.
Y como si fuera poco, un día después de que la Academia de
Historia del Quindío denunciara ante la Alcaldesa lo que estaba pasando en el
parque de Los Fundadores solicitándole la restitución de los emblemas de la
ciudad, los organizadores de las fiestas instalaron baños públicos alrededor
del mausoleo de “Tigreros” en una
muestra de irrespeto hasta por sus restos mortales.
No basta con adoptar el nombre de “fiestas cuyabras” para
pensar que estamos fomentando el sentido de pertenencia. Más valdría que
hiciéramos un gran movimiento para recoger los monumentos mencionados con el
fin de entregárselos en custodia a una entidad cívica o a un museo antes que
desaparezcan del todo, de forma que queden a buen recaudo hasta que tengamos la
cultura necesaria para apreciar nuestros valores y tradiciones.