Armando Rodríguez Jaramillo
Armenia (Quindío-Colombia), 30 de septiembre de 2013
En el Quindío los partidos políticos están ausentes de los temas vitales del desarrollo
Los partidos políticos son la base de la participación, por eso son un
activo exclusivo de los sistemas democráticos y no de las dictaduras ni de los regímenes
caudillistas que conciben la existencia de un partido único, el suyo.
Por consiguiente, los partidos políticos los podemos considerar como una
organización de duración indefinida, que se fundamentan en una ideología basada
en la forma de concebir el Estado y se expresan en propuestas sociales y
económicas con el fin de alcanzar el bienestar. Sobre su ideología construyen
programas de gobierno que ponen a consideración del elector para ganar en las
urnas el poder y aplicar desde la administración pública lo propuesto.
Así las cosas, un partido político se puede definir como una asociación
libre y voluntaria de individuos que comparten intereses, visiones de la
realidad, principios, valores, proyectos y objetivos comunes con el fin de gobernar
y llevar a la práctica esos objetivos. Esta definición general, que opera sin importar
la constitución política que los rija, sugiere que al menos los políticos tienen
una idea honesta sobre el manejo de los asuntos públicos para orientar las acciones
del estado a la superación de las necesidades básicas y al desarrollo de los
pueblos, ya sea en el ámbito nacional, departamental o municipal.
En consecuencia, se supone que los partidos políticos deberían tener
una visión global del desarrollo y su propia opinión sobre los grandes temas
socioeconómicos del momento, amén de un portafolio de iniciativas de progreso.
Porque si no es así, entonces, ¿para qué partidos?
Sin embargo, en el Quindío la realidad es otra, pues los partidos y
organizaciones políticas que se asientan en el territorio solamente actúan en
época electoral alrededor de candidaturas y votos, y el resto del tiempo entran
en un proceso de hibernación acusando indiferencia total con los temas
trascendentales para el departamento.
Por eso es que no opinan sobre proyectos esenciales como el embalse del
río Navarco en Salento, la transmisión eléctrica a 230 de Santa Rosa a Armenia,
la concesión del aeropuerto El Edén, el trazado de la doble calzada entre
Calarcá y El Alambrado, la inversión de los recursos de regalías, la conservación
y contaminación de las fuentes de agua, el área metropolitana, la generación de
empleo, la creación de empresas, la crisis del café, los problemas del cultivo
del plátano, la apropiación de la ciencia
y la tecnología, la educación en colegios y universidades, la inseguridad, el desarrollo turístico, la
conservación del paisaje cultural cafetero y tantos asuntos de importancia.