Armando Rodríguez Jaramillo
Armenia (Quindío-Colombia), 18 de agosto de 2013
Mientras nos enredamos en discusiones por proyectos de la nación que atraviesan por el Quindío, el tiempo pasa, las obras se dilatan, las instituciones y la comunidad se polarizan y las opciones de desarrollo que esas iniciativas le traerían no se aprovechan.
La historia no da cuenta de protestas en la primera mitad
del siglo XX cuando se construyó el ferrocarril del Pacífico que llegó a
Armenia por Zarzal ni con el ferrocarril de Caldas que nos unió con Pereira por
Quimbaya. Tampoco habla de opositores a la construcción del ferrocarril a
Salento ni al inicio del túnel de La Línea para pasar el tren a Ibagué. Mucho
menos hubo críticas a la construcción de la carretera Ibagué - Armenia ni controversias
por la obra del aeropuerto El Edén. Por el contrario, hay evidencias que estos
grandes proyectos de infraestructura, que posicionaron al Quindío en el
concierto nacional, tuvieron gran respaldo ciudadano.
No recuerdo que se criticara la pavimentación de la vía a
Pereira en los años sesenta ni que en los ochenta se polemizara por la construcción
de la carretera El Caimo - Club Campestre y con la pavimentación Club Campestre
- El Alambrado. En la década del setenta la rectificación y pavimentación de la
carretera Armenia - Montenegro – Quimbaya - Alcalá - Cartago tampoco fue motivo
de pelotera, como no lo fueron las asfaltadas de las vías a los municipios del
Quindío por el Comité Departamental de Cafeteros en asocio con la Gobernación y
el batallón de ingenieros Cisneros, pues eran obras que se necesitaban para el
progreso de la región.
Sin embargo, hoy las cosas son distintas, pues cada vez que
se plantea un proyecto de infraestructura se desata una polémica de la madona:
que no hubo consulta ni socialización, que fulano y mengano salen perjudicados
mientras que zutano y perengano se benefician, que algún negociado habrá, que
el impacto ambiental, que se atenta contra el paisaje, que la ingeniería local
no participa, que se afectará al turismo, que el peaje y no sé cuántas otras
cosas.
Y mientras nos llenamos de motivos para oponernos, quedan en
la picota pública proyectos como la doble calzada Cajamarca – Calarcá y el
túnel de La Línea, la doble calzada Calarcá - El Alambrado, la construcción de
la línea de transmisión eléctrica a 230 de Santa Rosa - Armenia y la concesión
del aeropuerto El Edén.
Pues claro que hay consideraciones ambientales, que las
comunidades deben ser oídas, que los proyectos se deben hacer de la mejor
manera, pero también creo que los quindianos debemos cambiar de actitud porque
si seguimos como vamos la infraestructura para nuestro desarrollo no se va a
hacer y, como dicen las señoras, nos van a coger pereza.
(15 de julio de 2013)