Me duele Quindío en el cogollo del corazón


 

«Una cosa es encontrar el desarrollo y otra construirlo»

 

En 1923, cuando Primo de Rivera había dado un golpe de Estado en España, Miguel de Unamuno, destituido de su cargo como vicerrector de la Universidad de Salamanca por sus ideas políticas, escribió: «¡[…] me duele España en el cogollo del corazón!», frase que terminó por adquirir un simbolismo arrollador y que ha servido para que muchos españoles, en momentos de crisis, la retomen para hablar de su patria. De ahí que recurra a esta expresión para referirme a lo que siento al cumplirse otro aniversario de la creación del Quindío, no en vano lo vi nacer como departamento un primero de julio del sesenta y seis y he sido testigo de su devenir por los siguientes 58 años, siempre con el deseo de verlo convertido en un proyecto colectivo de progreso y bienestar.

Al mirar atrás, concluyo que este departamento ha visto pasar dos generaciones de quindianos y que tiene a una tercera pidiendo pista. La primera generación, a la que llamaré Quindío 1G, logró la separación de Caldas e hizo realidad el Departamento. Esa generación asumió el reto de construir la institucionalidad necesaria para levantar un territorio «joven, rico y poderoso» como reza en la leyenda de su escudo. Me refiero al esfuerzo de poner en funcionamiento la naciente gobernación y transformar a Armenia en ciudad capital. Pero también se ocuparon en crear entidades como: Comité Departamental de Cafeteros, Cámara de Comercio de Armenia y demás gremios de ingenieros, constructores, arquitectos, economistas, contadores, abogados, industriales, empresarios, agricultores, ganaderos, periodistas, etc.; Universidad del Quindío y EAM; Fundación para el Desarrollo del Quindío como agencia de desarrollo y atracción de inversión; EPA, Esaquín, Telearmenia y EDEQ; Hospital Departamental de Zona, Lotería del Quindío y CRQ; a las que se sumaron entidades cívicas y una ciudadanía activa que hicieron posible el progreso de esta porción de la patria.

Luego vino una segunda generación, la del Quindío 2G, que entró en escena al final del siglo XX. A esta generación le fue entregado un valioso legado para que edificara sobre él; sin embargo, una mirada a vuelo de pájaro me lleva a pensar que el balance es deficitario, que el desarrollo del departamento se desaceleró, que el ejercicio de la política se deterioró, que la corrupción es evidente, que la calidad de vida disminuyó, que la pobreza aumentó, que los ecosistemas se desmejoraron, que el empleo se precarizó y que los liderazgos se extraviaron.

Esta situación fue advertida por el PNUD en el Informe Regional de Desarrollo Humano del Eje Cafetero publicado en 2004 denominado Un pacto por la región. De la crisis cafetera a una oportunidad de desarrollo regional, donde expuso el retroceso que estábamos sufriendo luego de la ruptura del Pacto Internacional del Café en 1989 y propuso salidas a la crisis, pero no hicimos caso. Ahora las cifras muestran que desde la ruptura del citado pacto se han perdido más de 40.000 hectáreas de café para llegar a 18.023 en 2023, que nuestra economía representa el 0.82% del PIB nacional [2022] cuando llegó a ser 1,8%, que el PIB per cápita se halla en $21.650.151 anuales [2022], que la competitividad está prácticamente estancada, que pese a la disminución del área sembrada, las exportaciones de café representan al 95% del total, que tenemos una alta dependencia de las remesas porque muchos quindianos emigraron a países como EE. UU. y España ante la falta de oportunidades laborales.

Siguiendo con el relevo, ya se vislumbra el Quindío 3G con una generación de jóvenes que pronto asumirán las riendas de este departamento y que heredarán un territorio con condiciones menos favorables que las recibidas por la generación anterior. Si bien los juicios y valoraciones los hará la historia, esta es una situación por encarar pues mucho temo que el Quindío 2G presenta balances en rojo.

  

«... lo que intento es llamar la atención sobre el estancamiento y la inercia en la que estamos atascados»

 

Es posible que algunos me tilden de pesimista o negativista, cuando lo que intento es llamar la atención sobre el estancamiento y la inercia en la que estamos atascados. El Quindío 1G tuvo el propósito de construir un nuevo departamento encuadrado en el paradigma de «joven, rico y poderoso», y a fe que lo logró cuando el café era el motor del desarrollo regional y nacional. El Quindío 2G recibió la herencia, pero le tocó enfrentar las consecuencias de dos hechos trascendentales: la ruptura del Pacto Internacional del Café y el terremoto de 1999, hechos de los que aún no se recupera la región, en especial porque no ha encontrado una actividad económica tan sólida y que irrigue tanto bienestar como la caficultura.

En medio de estas realidades, subyace otra que es patética. Me refiero al deterioro paulatino de la política que terminó por anclar las posibilidades de desarrollo. Y para muestra basta un botón: la dificultad de llegar a consensos entre la gobernación y la alcaldía de Armenia para no seguir con modelos de gestión gubernamental contrapuestos como ha sido común en los últimos lustros. La realidad desborda ese containers de la estructura mental con la que nos hemos acostumbrado a aceptar la política ante la imposibilidad de abordar los temas fundamentales de nuestra arquitectura territorial y del desarrollo.

La experiencia nos dice que no se puede avanzar pisando simultáneamente el freno y el acelerador, es decir, empezando de nuevo con cada gobierno. El objetivo debería ser el desarrollo y para esto es necesario adoptar visiones de futuros deseadas y consensuadas. En consecuencia, la política es el punto de partida, no el de llegada como al parecer lo entienden muchos, pero también es un poderoso instrumento de entendimiento y negociación para alcanzar el bienestar.

Este es un Departamento con enormes potencialidades y oportunidades de desarrollo al estar integrado logísticamente con Bogotá y Buenaventura y poseer una buena infraestructura de comunicaciones, al tener una estratégica ubicación en el centro del país y disponer de una excelente dotación ambiental y belleza paisajística, capacidades que nos obligan a tomar decisiones sobre qué futuro queremos. De no ser así, corremos el riesgo de caer en la paradoja de Buridán:


«Cuenta la paradoja del asno de Buridán, que un burro que tenía mucha hambre no llegaba a decidirse entre dos sacos llenos de heno que tenía a su alcance, a su derecha y a su izquierda, pues ambos eran idénticos e igualmente apetecibles. Llegó hasta tal punto su vacilación que acabó muriendo de hambre, incapaz de tomar una decisión».

Como no tenemos soluciones concretas para los problemas que dejamos avanzar al no tomar decisiones, mucho ganaríamos de cambiar la forma de entender el desarrollo. No podemos seguir esperanzados en la benevolencia de algún gobierno nacional o pretendiendo que las respuestas a los desafíos del presente están escondidas en un cofre por localizar. El único camino posible es construir futuros deseables y factibles, de ahí que nos corresponda idear soluciones y sacarlas adelante. Una cosa es encontrar el desarrollo y otra construirlo

Sería un error permitirnos llegar a desalientos colectivos. Está prohibido poder la fe en este proyecto llamado Quindío. Si bien esta tierra es mía, sé que no es solo mía, porque es de todos los que sentimos al Quindío en el cogollo del corazón.

 

Armando Rodríguez Jaramillo

Correo: arjquindio@gmail.com  /  X: @ArmandoQuindio  /  Blog: www.quindiopolis.co


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4 Comentarios

  1. Realidad TRISTE, de 2 largas décadas, donde la... Politiqueria acabo con el Civismo...!!

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    1. Por esto es que debemos hacer un gran esfuerzo colectivo para recuperar ese civismo que nos caracterizó.

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