Hace poco escribí sobre
lo insólito que resulta para los armenios que desde 2009 el 53,16% del capital
social de la Sociedad Terminal de Transporte de Armenia sea del Departamento del
Meta, lo que le da el derecho a su Gobernador de presidir la junta directiva y
decidir sobre la administración y destinos de la Terminal de la capital del
Quindío, acciones que la Asamblea Departamental del Meta autorizó su
enajenación desde diciembre de 2016 con plazo al 30 de junio del presente año.
Ante esto, surgen a
varias preguntas: ¿cómo perdimos la capacidad de decisión sobre la Terminal?, ¿qué
está haciendo la Alcaldía de Armenia para hacerse con las acciones del Meta en
venta hace 14 meses y tener la mayoría accionaria para ordenar el transporte
municipal, metropolitano e interdepartamental sin depender de la voluntad del gobierno
del Meta?
Pero más allá de las
eventuales respuesta a estas inquietudes, que no serían para mí, sino para los
armenios, lo esencial es que a los cuyabros se nos embolató el civismo y el
sentido de pertenencia que otrora nos caracterizó y nos dio por entregar nuestro
patrimonio ante tanta indiferencia colectiva y falta de liderazgo.
A parte de la Terminal, el listado de bienes
perdidos es largo y superaría las pretensiones de esta columna. Uno de los que
más duele es el Aeropuerto El Edén inaugurado en 1948 luego que Alfonso Tobón
Gutiérrez donara parte de los terrenos de la hacienda El Edén para su
construcción y que los habitantes de Armenia aportaran buena parte de su
financiación mediante una semana cívica organizada por la Junta Pro-aeropuerto
y el Club de Leones.
En un artículo de Jaime Escobar Corradine
publicado en la página de Aviacol, se lee que la Empresa Colombina de
Aeródromos (ECA) le compró a Avianca en 1956 la totalidad de los aeropuertos
que operaba por 13 millones de pesos, ya que la aerolínea tenía bajo su control
el 85% de los campos aéreos del país. El otro 10%, controlado por la Nación,
era de propiedad de la Dirección de Aviación Civil y el 5% restante era de propiedad de algunos
municipios, como el aeropuerto “Olaya Herrera” de Medellín, el “El Edén” de
Armenia y el “Matecaña” en Pereira (Medellín y Pereira los conservan).
Luego, en 1968,
se suprimió la ECA y se creó el Fondo de Aeronáutica Nacional adscrito al
Departamento Administrativo de la Aeronáutica Civil. Entidades que en 1992 se
fusionaron para darle vida la Aeronáutica Civil (Aerocivil). Vaya uno a saber,
entre tantos dimes y diretes, ¿cómo la Aerocivil resultó dueña de nuestro
aeropuerto?, ¿cuál fue el alcalde que vendió o regaló El Edén y con qué
autorización?, ¿cómo diantre se nos ocurrió entregar un bien construido en
terrenos donados y con aportes cívicos?, ¿cómo mirar a la cara a los
descendientes de don Alfonso Tobón y a todos los armenios que donaron recursos
para decirles que lo que le regalaron a la ciudad se lo pasamos a un tercero?.
Pero la
historia del desarraigo no para ahí. Basta recordar que la Edeq y Telearmenia
fueron nuestras y hoy están en manos del Grupo EPM y Movistar. Que el Deportes
Quindío, equipo que se creó gracias a donaciones de los armenios que sirvieron
para comprar en 1951 el Rosario Wanders y construir en 90 días el Estadio San
José, hoy es de alguien que no es ángel de nuestra devoción. Que los terrenos
de la antigua Estación del Ferrocarril de Armenia son de Invías.
La historia nuestra se parece
a la del Tesoro Quimbaya, patrimonio precolombino del Quindío que el presidente
Carlos Holgúin Mallarino regaló en 1893 a la Reina María Cristina de España.
Así somos, cada vez que entregamos o vendemos nuestra herencia, hipotecamos
nuestro futuro.
Armando Rodríguez Jaramillo
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