Armando Rodríguez Jaramillo (Armenia - Quindío)
La explotación de los
recursos naturales no renovables tiene, como las monedas, dos caras. Una representa
el daño ambiental que causa la megaminería a cielo abierto y la pérdida de
calidad de vida de la población. Otra tiene que ver con el Sistema
General de Regalías (SGR) que permite captar, administrar, distribuir y
ejecutar los ingresos provenientes de la explotación de los recursos naturales
no renovables y distribuirlos entre todos los departamentos a través de los fondos
de CTI, Desarrollo Regional, Compensación Regional, Ahorro y Estabilización y
Ahorro Pensional Territorial, recursos que sirven para financiar proyectos de
inversión que presentan las entidades territoriales.
Este paralelismo nos pone
en una compleja situación. Por un lado rechazamos que las empresas mineras lleguen
al Quindío y que la Agencia Nacional de Minería entregue títulos en el
departamento, al tiempo que nos organizamos como sociedad para defender el
Paisaje Cultural Cafetero como Patrimonio de la Humanidad, conservar el Parque
Nacional Natural de Los Nevados, preservar el Valle de Cocora y el Árbol
Nacional de Colombia, proteger la fauna y flora y conservar el agua, para lo que
programamos foros, consultas y marchas ciudadanas como forma de expresión de un
pueblo que quiere un futuro en armonía con la naturaleza.
Por otra parte, contamos
con los recursos del SGR que le corresponden al Quindío, que según información
del DNP para la vigencia del bienio 2015 - 2016, al departamento y sus
municipios le corresponden la no despreciable suma de $157.309.975.262
De ahí que estemos ante
una dicotomía que reta la inteligencia y la coherencia de nuestro discurso
sobre el desarrollo sostenible en un mundo interdependiente.
Así como tenemos el derecho
de oponernos a la megamineria, también nos asiste el derecho de querer financiar
necesarios proyectos de CTI, infraestructura y desarrollo socio-económico con
recursos del SGR que provienen de explotaciones mineras en otros departamentos.
Es como querer meter en una campana de cristal un territorio libre de minería para
desarrollarlo con regalías producidas en otras regiones dejando el pasivo
ambiental por fuera del departamento.
Esta
dicotomía nos enfrenta a tres posibilidades: Uno, aceptar la megaminería y
participar de la distribución de regalías a nivel nacional. Dos, rechazar la
minería y seguir aceptado los recursos que nos asigna el SGR. Tres, rechazar la
minería a toda costa y sentar un precedente renunciando a las regalías que le
corresponden al departamento como un acto de coherencia política y
responsabilidad ambiental sistémica.
Esta
última alternativa, de tomarse, sería una posición valerosa de los quindianos que,
sin duda alguna, abriría un gran debate nacional y nos daría respetabilidad
como pueblo. Tamaña determinación no nos debería atemorizar, pues este
departamento lo construimos sin regalías, recursos que solo nos llegaron a
partir de 2012. No olvidemos que el verdadero bienestar y desarrollo se
construye con educación, conocimiento e innovación, no explotando el subsuelo.
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