La ética pública



Armando Rodríguez Jaramillo
Armenia (Quindío - Colombia), 31 de octubre de 2013


La ética se puede resumir como un conjunto de norma que rigen la conducta humana y que ayudan a respetar y preservar el interés público.

Por consiguiente, fomentar una cultura de la ética pública nos ayudaría sin duda a ser mejores personas y a tener un renovado país, lo que terminaría por convertirse en un verdadero acicate para que reflexionemos sobre la forma en la que nos relacionamos, el carácter con el que hacemos negocios, la actitud con la que administramos el interés público, la cualidad con la que gobernamos nuestra región.

Estoy convencido que si la cultura de la ética estuviera presente en nuestros actos cotidianos tendríamos un modo diferente de relacionarnos, otra sería nuestra sociedad, una muy distinta sería nuestra ciudad. Estoy seguro que si cultiváramos y practicáramos los principios éticos muchas cosas mejorarían en nuestras vidas cotidianas:
  • Cambiaríamos radicalmente nuestra forma de interactuar con el medio ambiente evitando su deterioro y destrucción.
  • Respetaríamos las formas de vida (fauna y flora) con las que compartimos este planeta.
  • Toleraríamos, sin agredirnos, a las personas que tienen otras formas de pensar.
  • Disfrutaríamos del espacio público sin que nadie se atreviera a invadirlo y dominarlo.
  • Esperaríamos en orden el turno para entrar a un espectáculo público o para ser atendidos sin pensar en colarnos.
  • Nos detendríamos ante una luz roja, haríamos en pare en las esquinas y daríamos prelación al peatón en la cebra.
  • No adelantaríamos en curva ni sobre la raya amarilla, y tampoco sobrepasaríamos el límite de velocidad permitido.
  • Respetaríamos como sagrados los dineros públicos y preservaríamos los bienes de interés colectivos a cargo del Estado.
  • Pagaríamos los tributos que nos corresponde sin hacer triquiñuelas contables para evadirlos.
  • No conduciríamos vehículos en estado de embriaguez.
  • Dejaríamos de comprar productos piratas o de contrabando.
  • Formalizaríamos nuestras empresas para generar empleo y pagar los impuestos que nos corresponde.
  • No ensuciaríamos nuestra ciudad sacando la basura a deshoras o botando desechos en las calles.
  • Trataríamos de forma cortés a los amigos y conciudadanos.
  • Asistiríamos al que está en peligro, así no lo conozca.


En fin, muchos podrían ser los ejemplos de actitudes diarias que con un poco de esfuerzo y responsabilidad ética podríamos asumir. Es por esta razón que afirmo que vale la pena que asumamos la ética pública como una forma de vida pues tiene el poder de ayudarnos a ser mejores personas y a tener un renovado país